Hoy comenzaremos una nueva serie llamada “Antropología Bíblica”. La antropología es simplemente el estudio de ustedes y yo. El estudio de estas criaturas que llamamos seres humanos. ¿Quienes somos? ¿Por qué existimos? ¿Tenemos un propósito? ¿Qué es la libertad? ¿Qué es el bien y el mal?
Nos llevará unos meses crear las bases. Pero poco a poco llegamos a algunos de estos temas, primero Dios:
¿Qué significa ser hombre o mujer?
¿Puedes cambiar tu género?
¿Qué es raza y racismo?
¿Cómo debo responder a la inteligencia artificial?
¿Qué es la justicia?
¿Qué pasa con el aborto o las tecnologías reproductivas?
¿Qué pasa con los medios de comunicación y el arte?
. . . y mucho más.
Entonces, aquí está la parte 1 (de 11). Si deseas usar las notas y tener acceso a otros recursos, descarga las notas aquí.
Es interesante cómo, en el Nuevo Testamento, los apóstoles sintieron que podían “mezclar y combinar” a Jesús con el Dios del Antiguo Testamento. Es fascinante darse cuenta de que Jesús es parte del Dios Trino, actuando en el Antiguo Testamento, desde los albores de la Creación.
Esta simple lista señala algunas comparaciones interesantes entre “Dios” y “Jesús” en la Biblia. Ahora, algunas de estas comparaciones han sido objeto de debate; ciertamente podemos hablar de eso en los comentarios. Pero creo que, al menos, la lista señala la forma en que Jesús es frecuentemente identificado como el Dios Todopoderoso.
Es interesante comparar lo que diferentes libros tienen que decir con cientos de años de diferencia. Pero también es interesante cuando el mismo autor, a veces incluso en el mismo libro, describe tanto a Dios como a Jesús de la misma manera (¡p.ej. Colosenses!).
Hemos hablado mucho en el pasado sobre lo que dice la Biblia sobre Jesús. Y sí, la Biblia lo identifica como Dios – Yahvé (Jehová) del Antiguo Testamento.
Pero aquí hay otra forma sencilla de ver lo que dice la Biblia sobre Jesús. Esto podría ser algo que querrás escribir en una hoja de papel y poner en tu Biblia.
Este es un artículo escrito por mi padre, Robert Cottrill, sobre los conceptos básicos para crecer en la vida cristiana. Espero que te sea de ayuda.
Los Principios del Aprendiz-Siervo: Los Fundamentos del Discipulado Cristiano
Así como la historia independiente de uno comienza con el nacimiento en el mundo (un nacimiento físico), la vida cristiana debe comenzar con un nuevo nacimiento, un nacimiento espiritual (Juan 1:12-13; 3:3, 14-18, 36). La salvación mediante la fe personal en Cristo es el punto de partida de una nueva vida. Pero aunque esto es importante, no es nuestro destino final, sino el comienzo de un viaje. Delante de nosotros se encuentra el camino del discipulado.
Hacer discípulos para (y a) Cristo es una tarea fundamental encomendada a la iglesia. Debemos hacer “discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:18-20). Esas son las órdenes de marcha que el Señor nos dejó en Su ascensión, una tarea que continuará “hasta el fin del mundo”. El corolario lógico de la necesidad de hacer discípulos es que el discipulado es un aspecto o función básica de la vida cristiana.
Debe recordarse que la salvación es una cuestión tanto de posición como de condición. Nuestra posición se refiere a lo que Dios nos acredita cuando ponemos nuestra fe en Cristo. Tiene que ver con el registro eterno del cielo. Según la Palabra de Dios, somos eternamente justificados, hijos de Dios, coherederos con Cristo, ciudadanos del cielo, et cetera. Somos “en Cristo”, posicionalmente, y hemos sido hechos “completos en Él” (Colosenses 2:10). Necesitamos entender la riqueza de nuestra posición, pero en su mayor parte ese no es el aspecto de ser cristiano del que estamos hablando aquí.
Los siete principios a continuación se relacionan con nuestra condición o nuestro estado en la experiencia diaria. A diferencia de mi posición legal “en Cristo”, tienen que ver con la revelación de “Cristo … en mí” (Gálatas 2:2) y el crecimiento del creyente a través del proceso de discipulado. A diferencia de nuestra posición, que es constante e inmutable, porque Dios nos ve en Cristo que nunca cambia, nuestra condición puede variar. Dependerá de la consistencia de nuestro andar diario en el Espíritu si Cristo es visto en nosotros o no (Gálatas 5:25).
La palabra griega para discípulo (mathetes) describe a alguien que es un aprendiz. Y es evidente que aprender de Cristo conducirá en última instancia a que la semejanza de Cristo se reproduzca en nosotros. En ese sentido, él se nos presenta como el Siervo maestro (Marcos 10:45; Filipenses 2:7). Entonces, ser un discípulo implicará ser tanto un aprendiz como un siervo. (En los principios que siguen, el término aprendiz-siervo se usará como sinónimo descriptivo de la palabra “discípulo”). El ministerio fructífero para Dios es un aspecto inseparable del discipulado. “Les he dado ejemplo”, dice Jesús, “para que como Yo les he hecho, también ustedes lo hagan.” (Juan 13:15; cf. vv. 3-5, 14, 35). “En esto es glorificado Mi Padre, en que den mucho fruto, y así prueben que son Mis discípulos” (Juan 15:8).
El llamado al discipulado es un llamado a la disciplina personal y la abnegación (Lucas 9:23; Lucas 14:27). (La palabra en español matemáticas proviene de una forma del griego mathetes. Por lo tanto, el término connota una vida estructurada gobernada por reglas específicas.) La disciplina marca el camino del aprendizaje, mientras que la abnegación está en el corazón del servicio. Ambos nos imponen limitaciones. La disciplina excluye aquellas cosas que obstaculizan el aprendizaje y el crecimiento, mientras que la abnegación dice “No” a aquellas cosas que desviarían nuestro servicio. Por lo tanto, por su propia naturaleza, el discipulado no puede ser simplemente un extra. Requiere un lugar significativo y ampliamente influyente en nuestras motivaciones (Romanos 15:3).
Principio #1 – El Concepto del Aprendiz-Siervo: Aprender y Servir
Las responsabilidades de vida del hijo de Dios involucran dos dimensiones que se cruzan. Por el poder del Espíritu Santo que mora en él, debe aprender, crecer en la gracia1 y ser un siervo fiel del Señor2. Aprendiz de Dios a través de Su Palabra y siervo de Dios entre creyentes e incrédulos. Aunque estas dos funciones se pueden definir y analizar por separado, están fundamentalmente vinculadas. Hay un sentido real en el que aprendemos para servir (ver 2Timoteo 2:2,15; 3:14-17). Al enseñarnos, Dios nos confía una mayordomía para ser usada por Él.
Principio #2 – El Propósito del Aprendiz-Siervo: Glorificar a Dios
El Señor ha hecho todo lo que existe para Su propio placer3 y Su propia gloria4. La Asamblea de Westminster lo dijo hace siglos: “El fin principal y más noble del hombre es el de glorificar a Dios y gozar de él para siempre”. El diseño del Señor para el aprendiz-siervo es parte de ese gran propósito que todo lo incluye: glorificar a Dios. Debemos hacer “todo para la gloria de Dios” (1Corintios 10:31), y que “todo” que “hacemos” puede definirse ampliamente como nuestro servicio para el Señor.5
Principio #3 – La Prioridad del Aprendiz-Siervo: Ser un Discípulo
Ser discípulo de Jesucristo no es simplemente una de las muchas facetas diferentes de la vida. Es convertirse en el núcleo central y la motivación de todo lo que hacemos. Por ejemplo, un hombre no es un padre, un vendedor y un aprendiz-siervo. Él es un aprendiz-siervo en el hogar y en el trabajo, y en todas partes.6 Siendo así, el desarrollo de aprendices-siervos también debe ser fundamental para el propósito de cualquier forma de entrenamiento cristiano. Ya sea que esto se traduzca o no en una medida de tiempo (la mayoría de las horas dedicadas), definitivamente será una perspectiva dominante. Veremos que todo lo que hacemos influye en el proceso de discipulado en nosotros mismos y en los demás.7
Principio #4 – La Perspectiva del Aprendiz-Siervo: Probar Todo por las Escrituras
Ninguna cualidad, idea o acción puede evaluarse con precisión hasta que se ve desde la perspectiva de Dios (Mateo 4:4; Colosenses 2:4,8; 3:10,16). El humanismo se basa en la mentira de Satanás de que el hombre no necesita a Dios, que puede, de hecho, ser su propio dios (Génesis 3:5; Isaías 14:12-15; Romanos 1:25; 2Tesalonicenses 2:3-12; cf. Proverbios 14:12). La fe cristiana se basa en una premisa totalmente opuesta: que toda “verdad” debe estar sujeta a lo que Dios dice en su Palabra. “Por la fe entendemos” (Hebreos 11:3; cf. Proverbios 9:10; 28:5). Nuestro objetivo debe ser ver la vida de manera coherente desde el punto de vista de Dios.
Con la verdad de la revelación de Dios como su autoridad final, el aprendiz-siervo evalúa todo de acuerdo con tres pruebas o parámetros bíblicos. Se podría decir que él ve todo a través de tres lentes bíblicos: el propósito de Dios8, la autoridad de Dios,9 y el poder de Dios.10
Principio # 5 – El Carácter del Aprendiz-Siervo: Ser como Jesús
Fuimos hechos a imagen de Dios en el principio, y es Su deseo que reflejemos una semejanza a Su Hijo (Génesis 1:26-27; Romanos 8:29; Gálatas 4:19; Efesios 4:13). Ser formado a la semejanza de Cristo, a través del proceso de discipulado, significará que el carácter del aprendiz-siervo mostrará cada vez más cuatro cualidades clave: fe en11 y obediencia a12 Dios, sabiduría piadosa,13 y amor cristiano.14
11 La fe cristiana se basa en la verdad de Dios revelada en Su Palabra infalible (Mateo 24:35; Juan 5:46; 17:17; Romanos 4:21; 10:17; Hebreos 11:6). La Biblia proporciona una base sólida sobre la cual se puede construir la fe (cf. Lucas 6:46-49). 12 En reconocimiento de la propiedad de Dios y la autoridad soberana sobre él, el aprendiz-siervo acepta y se adhiere a Su norma de conducta (Salmo 24:1; Santiago 4:13-15; 1Juan 2:15-17); ver también Principio #4, Nota 2). La sumisión a la autoridad de Dios mediante la obediencia a Su Palabra se convierte en la base de nuestro estándar moral. 13 La Palabra de Dios nos ayuda a establecer un sistema de valores eternos que comprende Su propósito y diseño (Romanos 8:28-29; Efesios 2:6-7,10; Proverbios 9:10; y vea el Principio #4, Nota 1). El aprecio por el propósito de Dios forma la base de nuestros valores y prioridades en la vida. Cuando ese entendimiento se aplica a la experiencia diaria, el resultado es una demostración de sabiduría piadosa. 14 El amor puede definirse como la entrega sacrificada de uno mismo por el bien y la bendición de otro (1Corintios 13:4-8; cf. Juan 3:16). Es posible gracias a la habilitación misericordiosa de Dios (1Crónicas 29:11-14; Mateo 22:37-40; Juan 8:42; Romanos 5:5; 13:8-9; 2Corintios 5:14; Efesios 4:15-16; 5:2;Colosenses 3:14; y ver Principio #4, Nota 3). El poder de Dios es la fuente y el recurso principal de nuestro potencial para amar. Sus generosos dones de tiempo, talentos y tesoros cumplen el propósito por el cual fueron dados cuando fluyen a través de nosotros, de regreso al Señor y hacia los demás. Esa es la esencia del amor (Juan 13:34-35; 14:15,21,23; Gálatas 6:2,9-10; 1Juan 2:5; 3:14-18; 4:20-21).
La Biblia también describe lo que sucede cuando el hombre trata de convertirse en su propio dios y en su propia fuente de verdad, determinando sus propios valores y normas, y confiando en su propio potencial humano (Proverbios 14:12; cf. Isaias 53:6a). ; Juan 5:39-44). De hecho, estas áreas corresponden a las categorías básicas de pecado: incredulidad y autogobierno, materialismo y sensualidad. Son evidentes en el primer pecado en Génesis 3:6: “Bueno para comer” (para satisfacer las ansias de la carne), “agradable a los ojos” (una perspectiva materialista), “deseable para alcanzar sabiduría” (autogobierno). Y todo esto tiene sus raíces en el rechazo de la verdad revelada de Dios (vv. 1, 4).
O piense en las tres categorías en 1Juan 2:15-17: “la pasión de la carne” (sensualidad, un abuso de potencial), “la pasión de los ojos” (materialismo: lo que veo es lo que quiero, un distorsión de valores), “y la arrogancia de la vida” (autogobierno que marca su propio norma). O vea Hebreos 12:15-16: “ninguna raíz de amargura” (proveniente del autogobierno y una violación percibida de “mis derechos”), “persona inmoral” (la sensualidad), o “profana” (una que devalúa las cosas de valor superior como lo hizo Esaú: el materialismo).
Una palabra que se utiliza a veces en la educación cristiana es la integración. Proviene de la palabra latina integratus, que significa hacer total o completo. El desarrollo y crecimiento que tiene lugar a medida que aprendemos de la Palabra de Dios (1Pedro 2:2) junta todas las piezas en su relación y equilibrio adecuados. Y la vida solo puede integrarse completamente y adecuadamente dentro de una infraestructura bíblica (Deuteronomio 8:3). Para decirlo de otra manera, nadie puede estar verdaderamente completo y satisfecho hasta que haya ajustado su vida al propósito, la autoridad y el poder de Dios.
Para ver cuánto tiene que decir la Biblia sobre la vida integrada, considere que este es a menudo el significado y la intención de la palabra “perfecto” en la NBLA o RV60. Dios tiene Su perfecta voluntad para nosotros (Romanos 12:2), que une todos los hilos enredados de la vida para formar un tapiz de gran belleza. La aplicación de Su Palabra a la vida produce personas “perfectas” (2Timoteo 3:16-17), donde la palabra no se usa en el sentido de perfección sin pecado, sino de madurez y plenitud. Dado que Cristo es el ejemplo supremo de tal integración en carácter y conducta, podemos resumir el ideal con la frase semejanza a Cristo.
Principio #6 – La Esfera del Aprendiz-Siervo: Vivir y Servir Donde Dios lo Ponga
El aprendiz-siervo vive en varias esferas que a veces se superponen, dentro de las cuales tiene las responsabilidades que Dios le ha dado. Las cuatro “esferas” más comunes son: el hogar (Colosenses 3:18-20), la iglesia local (Colosenses 3:12-16), el lugar de trabajo (Colosenses 3:22–4:1) y el comunidad, que por extensión se convierte en la nación y el mundo (Colosenses 4:5-6). (1Pedro 2:4-3:7 cubre las mismas cuatro áreas). Dado que a veces nos relacionamos con las mismas personas en más de una esfera, habrá cierta superposición. Pero lo importante es vivir para el Señor consistentemente donde estamos (cf. la parábola del buen samaritano, Lucas 10:25-37).
Además de vivir dentro de varias esferas superpuestas, el aprendiz-siervo también funcionará como parte de una cadena de mando y un círculo de amor. La cadena de mando describe a las personas que están por encima de nosotros ante quienes somos responsables y a las que están por debajo de nosotros de quienes somos responsables. El círculo del amor está compuesto por aquellos individuos dentro de una esfera particular a quienes tenemos la oportunidad de demostrar un amor como el de Cristo.
Debido a la superposición, la cadena de mando no siempre es simple y directa. Además, se verá que aquellos en nuestra cadena de mando también se vuelven parte de nuestro círculo de amor. Los dos, por tanto, no definen dos grupos exclusivos y separados, sino más bien dos formas de relacionarse con las personas. Ambos aspectos se pueden ver en muchas Escrituras (por ejemplo, Juan 13:34-35; 14:15; Romanos 13:1-4, 8-10; 1Tesalonicenses 5:12-13; 1Juan 3:23).
Si viviéramos en una teocracia, con toda la sociedad operando consistentemente sobre principios bíblicos, la sumisión dentro de la cadena de mando en cualquier esfera no presentaría ninguna amenaza de compromiso. Sin embargo, todavía no vivimos en un mundo ideal. Puede haber ocasiones en las que obedecer a un superior nos involucre en una desobediencia directa a Dios. En tales ocasiones, una apelación cortés al que tiene la autoridad puede revelar cierta flexibilidad: una disposición de aceptar una alternativa creativa para alcanzar una meta legítima. Sin embargo, si esto no es posible, debemos obedecer a Dios con humildad, aceptando las consecuencias (Hechos 5:28-29, 40-42).
Principio #7 – La Función del Aprendiz-Siervo: Alabar, Edificar y Testificar
Cada aprendiz-siervo ha sido dotado de manera única por el Señor para cumplir tres funciones principales: la exaltación de Dios (adoración), la evangelización de los perdidos y la edificación (desarrollo) de los creyentes y, en algunos aspectos, también de los incrédulos. (Se verá de inmediato que estos tres no solo definen el funcionamiento del aprendiz-siervo individualmente, sino que resumen el trabajo de la iglesia local).
Un Creador todo-sabio le ha dado a cada aprendiz-siervo un complejo de dones únicos, preparándolo para hacer una contribución única en el mundo (Génesis 1:26-27; Salmo 139:13-16; Romanos 12:4-8; 1Corintios 12:14-27). Al percibir la vida desde una perspectiva bíblica, debe interactuar con el mundo que lo rodea (y por encima de él) de tres maneras principales.
Por palabra y obra, el aprendiz-siervo debe traer alabanza y gloria a Dios (Salmo 29:2; 45:11b; y vea Principio #2). “A los tales busca el Padre para que le adoren” (Juan 4:23-24). Y Dios es glorificado no solo por nuestras acciones, sino por nuestro mismo ser. Él es glorificado en nosotros cuando nosotros, sus portadores de la imagen, reflejamos la belleza de su carácter. Él es glorificado en nosotros cuando cumplimos el diseño y el propósito para el que fuimos creados, porque así demostramos Su infinita sabiduría y bondad al hacernos como somos.
Cuando la vida del discípulo de Cristo se define de esta manera, solo podemos decir con Pablo: “para estas cosas, ¿quién está capacitado?” (2Corintios 2:16). La respuesta es que debemos depender del Espíritu de Dios quien mora en cada creyente nacido de nuevo (2Corintios 3:5). Muchos pasajes de las Escrituras nos aseguran que el Espíritu Santo provee todo lo que se necesita (Hechos 1:8; 1Corintios 2:12-13; 3:5-10; 15:10; 2Corintios 3:18; Gálatas 5:22-23; Colosenses 1:28-29; 1Juan 4:4). En este sentido, la Biblia habla de ser lleno del Espíritu y caminar en el Espíritu.
Efesios 5:18 dice: “sean llenos del Espíritu”. Es un mandato, y el tiempo verbal sugiere una responsabilidad continua; literalmente es: sean siendo llenado, sigan siendo llenado. Es útil saber que la palabra griega para “lleno” también puede significar satisfecho. A medida que el poder del Espíritu se vuelve operativo en nosotros y “llena” cada área de nuestra vida sin obstáculos por el yo y el pecado, él cumple en nosotros el propósito para el cual Dios nos ha creado. Esta llenura y satisfacción ocurre mientras caminamos en el Espíritu.
Gálatas 5:16 dice: “anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne”. Andar es la imagen común de la Biblia para una vida de fe y obediencia paso a paso hacia Dios. Eso define cómo se apropia y se mantiene la llenura del Espíritu. Llenar es lo que hace Dios; caminar es lo que hacemos. Mientras caminamos, él nos llena. Mientras él se llena, caminamos.
Los dos aspectos se relacionan con los ejes principales del diagrama aprendiz-siervo. El Espíritu Santo nos llena para lograr el propósito de Dios por su poder. El creyente camina por fe en la revelación de la Palabra de Dios y obedece a Su autoridad soberana. Como dice Filipenses: “ocúpense en su salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12). Ocúpate, andando en el Espíritu, en lo que Dios está haciendo en tu interior. “Porque Dios es quien obra en ustedes [por su poder] tanto el querer como el hacer, para Su buena intención [cumpliendo su propósito]” (2:13). Esta última es la esencia de Su ministerio de llenarnos.
La relación entre ser lleno y andar también se revela por el hecho de que Efesios 5:18 y Colosenses 3:16 son textos paralelos, como se ve en el contexto de cada uno. “Ser lleno”, esa es la parte de Dios. “Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes [que encuentre un hogar en su corazón]” – esa es nuestra parte, cumplida a través de nuestro continuo andar de fe y obediencia (cf. Colosenses 2:5-7). “El que pone atención a la palabra hallará el bien, y el que confía en el SEÑOR es bienaventurado” (Proverbios 16:20).
Un pensamiento final. A lo largo de los años, he descubierto que los diagramas compartidos anteriormente brindan una forma útil de comprender y analizar las Escrituras. Estos patrones se repiten una y otra vez. Si los utiliza y los encuentra útiles, ¿por qué no pasar el material a otras personas?
A veces, cuando escucho a cristianos hablar de la Biblia, me pregunto: ¿somos demasiado espirituales?
De hecho, es muy interesante ver en qué se enfoca la gente cuando lee un pasaje de la Biblia. Una cosa que he notado es que nos encanta saber qué se supone que debemos hacer. Por ejemplo – no debemos estar orgullosos, debemos confiar en el Señor, no debemos robar, ¡gracias a Dios no estamos orgullosos como las naciones en Abdias!
Estas son realmente buenas respuestas. Bueno, ¡el último podría ser un problema! Pero bueno, es cierto que podemos aprender lecciones morales de la Biblia. Debemos obedecer al Señor. Pero es fácil concentrarse en “hacerlo mejor” y perderse el evangelio, ¿no es así? Después de todo, todos en el libro de Abdías están bajo juicio – Israel fue juzgado, Edom estaba a punto de ser juzgado, las naciones serían juzgadas – el único bueno es Dios (y quizás Sus “libertadores” en el versículo 21) . Y, sin embargo, de alguna manera esperamos Su salvación.
Pero aquí está la otra tendencia que tenemos (¿la tiene tu iglesia?). Tenemos una tendencia a interpretar todo “espiritualmente”.
Oh, pero, se supone que debemos ser espirituales, ¿verdad? Como dijo Pablo a la iglesia de Corinto, “… de lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, combinando pensamientos espirituales con palabras espirituales.” (1Corintios 2:13). De hecho, se quejó de que los corintios no eran espirituales y que deberían serlo (1Corintios 3:1-3).
Bueno, así es, deberíamos ser espirituales. Pero ¿qué significa eso?
Tal vez cuando escuche “demasiado espiritual” piense en el viejo dicho que tenemos en inglés: “demasiado celestial para ser de bien terrenal”. Esto podría referirse a alguien que es todo charla, lleno de “amén” y “aleluyas”, pero que rara vez se ensucia las manos en el “mundo real”.
Bueno, eso no es realmente a lo que me refiero. Y no me apresuraría a acusar a mis hermanos cristianos de eso. Aunque estoy seguro de que todos tenemos nuestros momentos.
Esto es lo que quiero decir (¡si todavía estás leyendo!). Parece que somos rápidos en interpretar la Biblia de una manera puramente espiritual, es decir, de una manera que no es terrenal. Por ejemplo, actuamos como si esta vida no importara. Todo lo que importa es una vaga recompensa en el “Cielo”. Deberíamos amar – algo muy intangible – deberíamos adorar – igualmente vago – – –
Después de todo, el Antiguo Testamento trataba sobre la tierra prometida de Canaán, el Nuevo Testamento trata sobre la tierra prometida del Cielo, ¿verdad?
Esta podría ser una reacción en contra de muchas de las predicaciones falsas que la gente escucha, una predicación que enfatiza una experiencia inmediata o una promesa de riqueza y salud terrenales para todos los que la reclamen y tengan suficiente fe. Es cierto que este mundo no siempre es un lecho de rosas para los fieles (Hebreos 11:32-39).
Pero al otro lado, los escritores de la Biblia tienen los pies sobre la tierra. No solo en el Antiguo Testamento. Después de todo, el Hijo de Dios se convirtió en HOMBRE, ¿verdad? Nació, como nosotros. Cuando llegó el momento de comenzar Su ministerio público, ¿qué enseñó? Cómo tratar a su esposa. Cómo resolver desacuerdos. Cómo dar a los pobres.
Y comenzó a sanar los ojos de los ciegos, ¡sus ojos físicos! Dar poder a los cojos para que salten. ¡Resucitando a los muertos! ¡Sus cuerpos físicos!
¿Y qué significa “espiritual”, de todos modos? ¿Algo que no es real? Por supuesto que no. Cuando Pablo habló sobre los nuevos cuerpos que recibiremos en nuestra resurrección, los llamó “cuerpos espirituales”. Y, sin embargo, usó la ilustración de que hay muchos tipos diferentes de cuerpos: cuerpos animales, cuerpos humanos, incluso “cuerpos celestes” como el sol y la luna. Y sabemos que el “cuerpo espiritual” de Cristo pudo comer y pasear con sus amigos.
Parte de ser espiritual es ser consciente de que la vida es más de lo que nos es evidente de inmediato. Si no puedo verlo y tocarlo en este momento, eso no significa que no sea real. De hecho, hay una vida que es mucho más grande que esta breve vida que vivimos ahora.
Incluso la Nueva Jerusalén del Apocalipsis viene a la tierra.
Ese es un gran ejemplo, de hecho. Una y otra vez la Biblia nos habla de la salvación que viene de Jerusalén (ve Salmo 14:7; Isaías 46:13; Isaías 59:20; Abdías 17). ¿Se refiere eso a algún lugar celestial en el futuro? Bueno, eso podría depender del contexto, por supuesto. Pero solo un recordatorio: nuestro Salvador dejó sus huellas reales en Jerusalén. Y ofreció el sacrificio final en una cruz a las afueras de la ciudad. Y unas semanas después, los Apóstoles se pusieron de pie entre la multitud y predicaron el evangelio tal como lo conocemos hoy.
La salvación vino de una ciudad real en el Medio Oriente, hace un poco menos de 2000 años. ¿Quién lo hubiera creído?
Las Escrituras son muy reales, muy físicas. Si pasamos por alto eso, sí, podría llevarnos a no llevar nuestras vidas tan plenamente como deberíamos, podría llevarnos a ignorar las buenas obras que deberíamos estar haciendo. Pero también podría dar la impresión subconsciente de que los asuntos de “fe” son etéreos e irreales y no forman parte de mi vida diaria.
Lee Colosenses si quieres ver cómo funciona esto. Colosenses 1 – todo fue creado por medio de Cristo y para Cristo. Cristo mantiene el universo físico en marcha. Resucitó físicamente de entre los muertos. Y es la Cabeza de la Iglesia. A través de Su carne nos salvó. Él nos da la fuerza para trabajar duro en este mundo, haciendo el bien.
Y finalmente, en Colosenses 2:3, se describe a Cristo como Aquel “en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. Lo que sabemos, lo que entendemos, todo está en Cristo. Matemáticas, biología, ingeniería, incluso aprender a no estar orgulloso, todo está en Él.
¿Debemos ser “espirituales”? Sí, según la definición bíblica, ciertamente deberíamos ser espirituales. Pero a medida que leemos, comenzaremos a descubrir que ser “espirituales” significa que estamos mucho más presentes en este mundo de lo que pensábamos.
La última vez comenzamos a atacar este viejo mito de que el “Dios del Antiguo Testamento” es perpetuamente gruñón y enojado, y que Jesús en el Nuevo Testamento es todo amor y compasión.
Leemos algunos versículos de muestra sobre el amor, la compasión, la bondad y la fidelidad de Dios en el Antiguo Testamento.
Ahora vamos en la dirección opuesta: ¿hay ira en el NT? Sí, de hecho, se podría argumentar que la ira en el Antiguo Testamento palidece en comparación con esto…
(Nuevamente, recuerda que todos estos tienen un contexto propio. El punto no es que no haya amor en el NT, incluso en los pasajes siguientes, sino que hay amor e ira tanto en el AT como en el NT).
El Hijo del Hombre enviará a Sus ángeles, y recogerán de Su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad; y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! … dan testimonio en contra de ustedes mismos, que son hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Llenen, pues, la medida de la culpa de sus padres! ¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán del juicio del infierno?
Pero si aquel siervo es malo, y dice en su corazón: “Mi señor tardará”; y empieza a golpear a sus consiervos, y come y bebe con los que se emborrachan, vendrá el señor de aquel siervo el día que no lo espera, y a una hora que no sabe, y lo azotará severamente y le asignará un lugar con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes.
En esa misma ocasión había allí algunos que contaron a Jesús acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios. Él les respondió: «¿Piensan que estos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque sufrieron esto? Les digo que no; al contrario, si ustedes no se arrepienten, todos perecerán igualmente…»
«…Les digo, que a cualquiera que tiene, más le será dado, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Pero a estos mis enemigos, que no querían que reinara sobre ellos, tráiganlos acá y mátenlos delante de mí».
(Hasta ahora, estas son todas las palabras de Jesús mismo. A menudo usó parábolas para explicar el trato de Dios con las personas, y muchas de las citas anteriores provienen de Sus parábolas).
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad.
Pues ustedes mismos saben perfectamente que el día del Señor vendrá así como un ladrón en la noche; que cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces la destrucción vendrá sobre ellos repentinamente, como dolores de parto a una mujer que está encinta, y no escaparán.
Porque después de todo, es justo delante de Dios que Él pague con aflicción a quienes los afligen a ustedes … cuando el Señor Jesús sea revelado desde el cielo con Sus poderosos ángeles en llama de fuego, 8 dando castigo a los que no conocen a Dios, y a los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús. Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de Su poder …
Pero los cielos y la tierra actuales están reservados por Su palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos.
Los reyes de la tierra, y los grandes, los comandantes, los ricos, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes, y decían a los montes y a las peñas: «Caigan sobre nosotros y escóndannos de la presencia de Aquel que está sentado en el trono y de la ira del Cordero. Porque ha llegado el gran día de la ira de ellos, ¿y quién podrá sostenerse?».
Entonces los siguió otro ángel, el tercero, diciendo a gran voz: «Si alguien adora a la bestia y a su imagen, y recibe una marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino del furor de Dios, que está preparado puro en la copa de Su ira. Será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y en presencia del Cordero. El humo de su tormento asciende por los siglos de los siglos. No tienen reposo, ni de día ni de noche, los que adoran a la bestia y a su imagen, y cualquiera que reciba la marca de su nombre».
Oí entonces una gran voz que desde el templo decía a los siete ángeles: «Vayan y derramen en la tierra las siete copas del furor de Dios». El primer ángel fue y derramó su copa en la tierra, y se produjo una llaga repugnante y maligna en los hombres que tenían la marca de la bestia y que adoraban su imagen.
Vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. El que lo montaba se llama Fiel y Verdadero. Con justicia juzga y hace la guerra … Está vestido de un manto empapado en sangre, y Su nombre es: El Verbo de Dios … De Su boca sale una espada afilada para herir con ella a las naciones y las regirá con vara de hierro. Él mismo pisa el lagar del vino del furor de la ira de Dios Todopoderoso.
Nota que muchos de estos pasajes son citas de Jesús o están hablando de Jesús.
Ahora, podemos estudiar lo que significan estos pasajes y cómo encajan en el resto de las Escrituras. Y puede que te guste, o puede que no. Pero, por favor, ¿podemos dejar de lado esta tonta noción de que el AT es todo ira y enojo, y el NT es todo amor y compasión? Los atributos de Dios son complejos y están entretejidos a lo largo de las Escrituras.
Y Él es el mismo Dios que siempre ha sido, pensemos lo que pensemos.
La última vez hablamos sobre la importancia de la Santa Cena y cómo debemos prepararnos con anticipación. Aquí hay Aquí hay algunos pensamientos para ayudarte. Si eres pastor, ¿por qué no repartes esto en el servicio de tu iglesia la semana anterior?
¿He recibido a Jesús como mi Salvador? ¿Estoy confiando solo en Él para mi salvación? (Juan 1:11-13; Hechos 4:12)
¿Hay pecado en curso en mi vida que no he confesado? ¿Necesito arrepentirme y alejarme de un pecado hoy? ¿Deseo obedecer a Cristo? (1Juan 1:6-9; 1Corintios 11:28-32)
Meditemos en estas palabras de Hebreos 7 mientras concluimos nuestro estudio:
Jesús ha venido a ser fiador de un mejor pacto. Los sacerdotes anteriores eran más numerosos porque la muerte les impedía continuar, pero Jesús conserva Su sacerdocio inmutable puesto que permanece para siempre.
Por lo cual El también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de El se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.
Porque convenía que tuviéramos tal Sumo Sacerdote: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores, y exaltado más allá de los cielos, que no necesita, como aquellos sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios diariamente, primero por sus propios pecados y después por los pecados del pueblo. Porque esto Jesús lo hizo una vez para siempre, cuando El mismo se ofreció.
Jesús describió la copa como la sangre del nuevo pacto o el nuevo pacto en su sangre (Tenga en cuenta que podría describir el vino como sangreo como el nuevo pacto; no importa, porque es un símbolo. No es literalmente un pacto escrito en pergamino.). Vamos a ver que es el “nuevo pacto”…
Pero cuando Cristo apareció como Sumo Sacerdote de los bienes futuros, a través de un mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho con manos, es decir, no de esta creación, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de Su propia sangre, obteniendo redención eterna. Porque si la sangre de los machos cabríos y de los toros, y la ceniza de la novilla, rociadas sobre los que se han contaminado, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, quien por el Espíritu eterno Él mismo se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo? Por eso Cristo es el mediador de un nuevo pacto, a fin de que habiendo tenido lugar una muerte para la redención de las transgresiones que se cometieron bajo el primer pacto, los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna.
Entonces, Jesús es el Sumo Sacerdote que ofreció Su propia sangre como sacrificio. La sangre purifica nuestra conciencia para servir al Dios viviente. Esto nos llevaría una redención y herencia eterna.
Tenemos la misma idea en Efesios 1:7-12. Gracias a Cristo, tenemos redención – es decir, el perdón de nuestros pecados.
¿Y el pan?
Y tomando el pan, después de haber dado gracias, lo partió, y les dio, diciendo: «Esto es Mi cuerpo que por ustedes es dado; hagan esto en memoria de Mí».
El pan es un símbolo del cuerpo de Jesús, dado por nosotros.
Por esa voluntad hemos sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo ofrecida una vez para siempre. Ciertamente todo sacerdote está de pie, día tras día, ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados. Pero Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados para siempre, se sentó a la diestra de Dios, esperando de ahí en adelante hasta que Sus enemigos sean puestos por estrado de Sus pies. Porque por una ofrenda Él ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados.
Aquí en Hebreos, el autor habla de la salvación que tenemos en Cristo. Hemos sido perfeccionado y santificado por la ofrenda/el sacrificio del cuerpo de Jesucristo.
La próxima vez exploraremos el Santa Cena aún más y hablaremos sobre cómo la practicamos en nuestras iglesias locales.
En los tiempos de Jesús, los Judíos celebraban la fiesta de la Pascua para conmemorar la liberación de Dios de sus antepasados, que habían sido esclavos en Egipto. El pueblo sacrificaba el cordero pascual, al igual que sus antepasados habían hecho. Repasemos lo que Dios dijo a los israelitas en Egipto.
El SEÑOR habló a Moisés y a Aarón y les dijo:
“…El cordero será un macho sin defecto, de un año… Entonces toda la asamblea de la congregación de Israel lo matará al anochecer. Ellos tomarán parte de la sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas donde lo coman…
Porque esa noche pasaré por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, tanto de hombre como de animal. Ejecutaré juicios contra todos los dioses de Egipto. Yo, el SEÑOR.
La sangre les será a ustedes por señal en las casas donde estén. Cuando Yo vea la sangre pasaré de largo, y ninguna plaga vendrá sobre ustedes para destruirlos cuando Yo hiera la tierra de Egipto.”
Jesús va a añadir un nuevo significado a la antigua fiesta de la Pascua:
Y tomando el pan, después de haber dado gracias, [Jesús] lo partió, y les dio, diciendo: «Esto es Mi cuerpo que por ustedes es dado; hagan esto en memoria de Mí». De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: «Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre, que es derramada por ustedes.
¿Cuál fue el propósito de hacer esto? Bueno, el cuerpo de Jesús fue dado y Su sangre derramada. En particular, celebramos la que llamamos la “Santa Cena”, para recordar la muerte de Jesús (“en memoria de Mí”).
Aquí en Lucas 22, dice Jesús que Su cuerpo fue “dado”. Según Juan 10, ¿quién dio la vida de Jesús?
“…Por eso el Padre me ama, porque Yo doy Mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que Yo la doy de Mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de Mi Padre.”
Jesús dio Su vida para proporcionar el perdón de los pecados. Hemos visto eso en las palabras de Jesús en Lucas 24: “el Cristo padecerá y resucitará … que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados… (de Lucas 24:46-47)
El vino y el pan no son, literalmente, la sangre y el cuerpo de Cristo – son símbolos. De hecho, en la misma noche, Jesús dijo: “Yo soy la vid” (Juan 15:15). Jesús no se convirtió en una vid literalmente cuando dijo eso – Él estaba ilustrando algo.
Jesús usó la ilustración de comer Su carne y beber Su sangre como símbolo de la fe en Él (Juan 6:47-51). Utilizó este simbolismo mucho antes de que Él instituyó la Santa Cena, porque la gente siempre han sido salvados de la misma manera – a través de la fe en el Mesías y Su sacrificio.
En la Santa Cena, recordamos que Jesús ofreció Su cuerpo y su sangre (Su vida) una vez (Hebreos 9:11-12; 10:14). Luego se levantó corporalmente al cielo (Lucas 24:51). Nosotros no adoramos el pan y el vino – el cuerpo de Jesús está en el Cielo. Pero, como veremos, ¡esto no significa que la Santa Cena no es importante!
La próxima vez estudiaremos la Santa Cena con más profundidad, para ver lo que Dios nos enseña en la Biblia acerca de este regalo especial para la Iglesia.
Hoy vamos a comenzar una nueva serie sobre la oración.
¿Qué es la oración? Orar es hablar con Dios. No tiene que ser complicado. 🙂
Pero ¿cómo puede ser que un ser humano puede hablar con el Creador Todopoderoso del Universo?
Miremos este pequeño pasaje fascinante del libro de Hebreos:
Teniendo, pues, un gran Sumo Sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.
Nuestro sumo sacerdote es Jesús. Él era el sacerdote y el sacrificio. Ofreció Su sangre, y ahora creyentes tienen el perdón y la paz con Dios. ¡Increíble!
Hay mucho que aprender de estos versículos y el contexto que los rodea. Leelos de nuevo cuidadosamente y piensa en esto: ¿Cómo deberían afectar estos versículos la forma en que oramos?
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En los siguientes artículos, veremos un par de aspectos diferentes de la oración. Porque, sorprendentemente, la oración no es sólo acerca de nuestra relación con Dios. La Biblia enseña que nuestra relación con otras personas es importante cuando oramos. Echaremos un vistazo a estas relaciones “horizontales” y “verticales” cuando continuamos.