P. ¿Qué nos enseña el final de la oración del Señor?
R. La conclusión de la oración del Señor (que dice: Porque Tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre. Amén.), nos enseña a tomar nuestro aliento en la oración de Dios solamente, y en nuestras oraciones a alabarlo, atribuyendo reino, el poder y la gloria a Él; y en testimonio de nuestro deseo, y la garantía de ser escuchado, decimos amén.
Inclina Tu oído, Dios mío, y escucha. Abre Tus ojos y mira nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual se invoca Tu nombre. Pues no es por nuestros propios méritos que presentamos nuestras súplicas delante de Ti, sino por Tu gran compasión. ¡Oh Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y actúa! ¡No tardes, por amor de Ti mismo, Dios mío! Porque Tu nombre se invoca sobre Tu ciudad y sobre Tu pueblo.
Daniel 9:18-19
Algunos estudiosos de la Biblia creen que esta frase no fue escrito por Mateo, pero fue añadido por los escribas posteriores para hacer la oración apropiada para el culto público. Y es cierto que esta parte no se encuentra en Lucas 11:2-4, o en las copias más antiguas de Mateo.
Pero si es original o no, es muy de acuerdo con el resto de la Biblia, como veremos.