Martes Santo
Entonces Jesús comenzó a hablarles en parábolas:
“Un hombre planto una viña y la cerco con un muro, cavo un estanque debajo del lagar y edifico una torre; la arrendó a labradores y se fue de viaje.
“Al tiempo de la vendimia envió un siervo a los labradores para recibir de los labradores su parte de los frutos de la viña. Pero ellos, echándole mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías.
“De nuevo les mandó otro siervo, y a él lo hirieron en la cabeza y lo trataron vergonzosamente.
“Envió a otro y a éste lo mataron; y así con muchos otros, golpeando a unos y matando a otros.
“Todavía le quedaba uno, un hijo amado; y les envió a este último, diciendo: ‘Respetarán a mi hijo.’
“Pero aquellos labradores se dijeron entre sí: ‘Este es el heredero; ¡vengan, matémoslo, y la heredad será nuestra!’ Echándole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
“¿Qué hará, entonces, el dueño de la viña? Vendrá y destruirá a los labradores, y dará la viña a otros.
“Ni aun esta Escritura han leído:
‘La piedra que desecharon los constructores,
esa, en piedra angular se ha convertido;
esto fue hecho de parte del Señor,
y es maravilloso a nuestros ojos’?”