Lo más importante: ¿Resultados?



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Cuando se trata de servir al Señor, ¿en qué debemos concentrarnos más? Esta entrada es la segunda de una serie; lee la introducción aquí.

¿Resultados?

Entonces, ¿son los “resultados” lo más importante? Desde mi perspectiva, este aspecto del ministerio ha sufrido a lo largo de los años tanto por un énfasis excesivo como por un énfasis insuficiente. La mayor parte del tiempo parece que ha sido casi un tabú centrarse en los resultados del ministerio. Por ejemplo, se nos dice que es muy poco espiritual centrarse en los “números”. Y cierto, los resultados están al final de mi lista en orden de importancia. Pero eso no significa que no sean importantes.

Sabemos que los resultados son importantes para Dios. Después de todo, envió a Su Hijo para obtener resultados. Nos amaba tanto que quería que fuéramos salvos en una relación de amor con él. No hay duda de que Él planeó la historia con el fin en mente.

Al mismo tiempo, como creyentes no podemos poner los resultados en primer lugar en la lista. Si ese fuera el caso, el fin justificaría los medios. En otras palabras, tenderíamos hasta métodos y resultados superficiales, porque nuestro enfoque estaría más en lo visual.

También lucharíamos con nuestras actitudes, dependiendo de cuán “buenos” fueran nuestros resultados. Si obtuviéramos resultados pobres, eso nos llevaría a un sentimiento de impotencia y desesperación; hicimos todo lo que pudimos y todo fue en vano. Si obtuviéramos resultados buenos, el énfasis excesivo conduciría al orgullo. ¡Mire adónde nos llevaron nuestros brillantes planes y estrategias! No, los resultados son importantes, pero no tanto. No desde nuestra perspectiva.

Sin embargo, el énfasis insuficiente en los resultados también puede causar problemas. No sé ustedes, pero siempre escuché historias del pobre misionero que compartió fielmente el evangelio durante 40 años sin conversos. Solo después de que él se ha ido, hay resultados visibles de su ministerio. ¿La moraleja? Dios quiere que le sirvamos fielmente, con o sin resultados.

Claro, eso es cierto. Y hablaremos de eso en un artículo futuro. Pero la historia ignora algo importante. Los resultados pueden ser un indicador en nuestro servicio. Los buenos resultados no “prueban” que lo que estamos haciendo sea correcto (después de todo, ¡mira cuántas personas asisten a “iglesias” que no enseñan la Palabra de Dios!). Y los malos resultados no “prueban” que lo que estamos haciendo esté mal. Pero puede dar una indicación.

En un momento de su ministerio, Jesús tenía una estrategia para sus discípulos. Envió a sus discípulos a una ciudad y les dijo que si no los escuchaban, debían ir a otra parte (Mateo 10:14).



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Este es un ejemplo de cómo se pueden utilizar los resultados para ayudarnos a elaborar estrategias. Si no vemos frutos, debemos analizar detenidamente lo que estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo. Puede ser que tengamos que continuar de la misma manera a pesar de los resultados “visibles”. Pero Dios también puede estar mostrándonos que hay un camino mejor. No está mal evaluar lo que estamos haciendo, siempre que lo evaluemos bajo la dirección de Dios (más sobre esto la próxima vez). Los malos resultados pueden ser una advertencia de que falta algo más importante en nuestras vidas, como veremos.

En Mateo 5:16, Jesús dice: “Así brille la luz de ustedes delante de los hombres”. ¿Por qué? “Para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.”. Eso es resultados. No siempre es visible, no siempre es algo que se pueda contar, pero ciertamente es importante. Pero cuando se trata de planificar nuestro servicio al Señor, no es lo más importante . . .



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