Juan 12 (Meditaciones en Juan)

El capítulo 12 de Juan es probablemente más famoso por la Entrada Triunfal. Al mirar atrás, al principio parece casi un acontecimiento trágico. Jesús viene a Jerusalén para morir como un criminal.

la visión de Isaías

Pero nos alegramos de su venida, aun sabiendo que le esperaba una cruz, sobre todo sabiendo que le esperaba una cruz, porque esta era su obra voluntaria que conduciría a nuestra salvación. El mismo profeta Zacarías le dijo al pueblo que se alegrara.

¡Regocíjate sobremanera, hija de Sión!
¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén!
Tu Rey viene a ti,
Justo y dotado de salvación,
Humilde, montado en un asno,
En un pollino, hijo de asna.

Zacarías 9:9

Pero hay algo aún más sorprendente en el capítulo 12, que a menudo se pasa por alto.

Jesús enseñó una vez más a las multitudes, advirtiéndoles que siguieran la luz mientras aún había tiempo. Luego Juan reflexiona sobre lo sucedido, diciéndonos que “aunque había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en Él” (Juan 12:37).

Primero cita el comienzo de la maravillosa profecía de Isaías acerca de la muerte y resurrección de Cristo Isaías 53. “Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?” (Juan 12:38)

De hecho, llegó un momento en que Dios mismo ocultaría la verdad a quienes rechazaron a Cristo. Juan parafrasea otro texto de Isaías: “Él ha cegado sus ojos y endurecido su corazón, para que no vean con los ojos y entiendan con el corazón, y se conviertan y Yo los sane” (Juan 12:40). El juicio de Dios estaba llegando.

Pero, Juan, ¿estás seguro de que este texto realmente se aplica? Después de todo, ¡Isaías escribió cientos de años antes de que naciera Jesús! Ah, sí . . . Juan continúa con su reflexión:

Esto dijo Isaías porque vio Su gloria, y habló de Él.

Juan 12:41

Un momento… ¿el profeta Isaías había visto a Jesús? ¿Siglos antes? Bueno, ¡me gustaría saber más sobre esto!

¿Cuándo vio Isaías a Cristo? El texto que Juan acaba de mencionar es del capítulo 6 de Isaías, e Isaías efectivamente tiene una visión en ese capítulo. De hecho, la proclamación del juicio es de esa visión.

En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de Su manto llenaba el templo. Por encima de Él había serafines. Cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: «Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de Su gloria». Y se estremecieron los cimientos de los umbrales a la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.

Entonces dije: «¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, porque mis ojos han visto al Rey, Yahvé (Jehová) de los ejércitos».

Isaías 6:1-5

¡Aquí está! ¡Isaías vio al Señor! Y los serafines dicen, “¡Llena está toda la tierra de Su gloria!”

Y aquí tenemos otra confirmación de que esto es a lo que se refería Juan. Él habría estado familiarizado con la traducción griega de Isaías, que en lugar de mencionar el “manto” del Señor, dice: “La casa se llenó de su gloria. Isaías vio su gloria, la gloria del Hijo de Dios.

Pero el mismo Isaías dice que vio a Yahvé, Jehová, el Dios Todopoderoso. Así es. Isaías vio a Cristo.

La gloria de Cristo fue tan abrumadora que Isaías temió morir en ese momento por su pecado. Pero en Cristo hay perdón (Isaías 6:6-7).

¿Cómo era posible que el pueblo no se postrara en adoración ante el glorioso Rey? No entendieron la verdad. Si la hubieran entendido, dice el apóstol Pablo (hablando de los gobernantes de la época), “no habrían crucificado al Señor de gloria” (1 Corintios 2:7-9).

Rechazaron al Salvador, rechazaron la verdad que Él les ofrecía, y ahora sus ojos estaban cegados. Y el Dios que decían adorar estaba con ellos, en carne humana.

Pero algunos sí creían que Jesús era el Mesías. ¿Dónde estaban? Juan nos ofrece este triste juicio:

Sin embargo, muchos, aun de los gobernantes, creyeron en Él, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios.

Juan 12:42-43

Hay algo que no se ve aquí en la traducción al español. La palabra para “reconocimiento” o “aprobación” u “honra” aquí es la misma palabra que vemos en el versículo 41. La palabra es “gloria”.

La brillante, abrumadora, pura y santa gloria de Dios fue desechada por la temporal “gloria” o “aprobación” pecaminosa de meras criaturas.

¿Con qué frecuencia tomamos la misma decisión tonta? ¡Elijamos la gloria del Dios de los ejércitos por encima de todo lo demás!


Puedes leer todas las meditaciones de los capítulos de Juan aquí. Más información sobre: Jerusalén, Betania (del Monte de los Olivos), Betsaida, Lázaro de Betania, María (de Betania) y su hermana Marta, Judas Iscariote, Filipe, Andrés, y las profecías de Zacarías y Isaías.