Romanos: Clave
La Santidad de Dios |
Clave: Evangelio
Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree, del Judío primeramente y también del Griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
Romanos 1:16-17
Era el gran sueño de Pablo a predicar el Evangelio en Roma (Romanos 1:15; Hechos 19:21). De hecho, fue la promesa del Señor Jesús que él iba a predicar allá (Hechos 23:11).
Romanos es la gran explicación del Evangelio de principio a fin. Romanos, entonces, es la obra maestra de Pablo.
Comienza con un Dios bueno y poderoso, y luego muestra la corrupción pecaminosa de la humanidad. La ira de Dios en contra de la humanidad ha sido revelado. Pero podemos tener una nueva justicia – la salvación – en Cristo Jesús. Eso es un regalo de Dios, por medio de la fe.
Pero ahora, aparte de la Ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, confirmada por la Ley y los Profetas. Esta justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo es para todos los que creen. Porque no hay distinción, por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios. Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo Su justicia, a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús.
Romanos 3:21-26
En todo el libro, Pablo explica de las Escrituras cómo podemos ser salvados. El gran plan eterno de Dios para su pueblo.
Y a Aquél que es poderoso para afirmarlos conforme a mi evangelio y a la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que ha sido mantenido en secreto durante siglos sin fin, pero que ahora ha sido manifestado, y por las Escrituras de los profetas, conforme al mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las naciones para guiarlas a la obediencia de la fe, al único y sabio Dios, por medio de Jesucristo, sea la gloria para siempre. Amén.
Romanos 16:25-27
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