Hoy, a medida que continuamos nuestro estudio, veremos la primera epístola de Pedro. Primero, eche un vistazo a 1Pedro 1:1-12, ¡y vea cuántas cosas puede enumerar que Dios ha hecho por nosotros!
¡Gracias a Dios! Ahora, continuamos con 1Pedro 1:13-16:
Por tanto, preparen su entendimiento para la acción. Sean sobrios en espíritu, pongan su esperanza completamente en la gracia que se les traerá en la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia, sino que así como Aquél que los llamó es Santo, así también sean ustedes santos en toda su manera de vivir. Porque escrito está: “Sean santos, porque Yo soy santo.”
1Pedro 1:13-16
Como hijos obedientes, no se conformen a los malos deseos que antes tenían en su ignorancia, sino que así como Aquél que los llamó es Santo, así también sean ustedes santos en toda su manera de vivir.
En el versículo 16, Pedro está citando de Levítico (por ejemplo Levítico 19:2). A través de toda la Biblia, la voluntad de Dios para Su pueblo es que sean “santos” — “apartados” para Su servicio. Llegamos a ser santos cuando amamos a Dios y cuando le obedecemos como Él se ha revelado en la Biblia. ¿Y que hacemos?
Puesto que en obediencia a la verdad ustedes han purificado sus almas para un amor sincero de hermanos, ámense unos a otros entrañablemente, de corazón puro. Pues han nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece. Porque:
“Toda carne es como la hierba,
y toda su gloria como la flor de la hierba.
Secase la hierba,
caese la flor,
pero la palabra del Señor permanece para siempre.”
Esa es la palabra que a ustedes les fue predicada.
Por tanto, desechando toda malicia, y todo engaño, e hipocresías, y envidias y toda difamación…
1Pedro 1:22-2:1
Si estamos tratando de entender la voluntad de Dios para nuestras vidas, debemos comenzar con algunas de estas cosas directas que él nos pide que hagamos. Ya tenemos la preciosa Palabra de Dios – y así, ¡deberíamos amar!
Pero, ¿cómo debemos actuar ante el mundo? ¿Por qué?
Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquél que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable. Ustedes en otro tiempo no eran pueblo, pero ahora son el pueblo de Dios; no habían recibido misericordia, pero ahora han recibido misericordia.
Amados, les ruego como a extranjeros y peregrinos, que se abstengan de las pasiones carnales que combaten contra el alma. Mantengan entre los Gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que les calumnian como malhechores, ellos, por razón de las buenas obras de ustedes, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación.
Sométanse, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey como autoridad, o a los gobernadores como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. Porque ésta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, ustedes hagan enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos.
Anden como libres, pero no usen la libertad como pretexto para la maldad, sino empléenla como siervos de Dios. Honren a todos, amen a los hermanos, teman a Dios, honren al rey.
1Pedro 2:9-17
Hacemos estas cosas por lo que somos. “…linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios…”
Ya hemos aprendido algunas de las cosas que Dios desea de nosotros. Amarse unos a otros. Obedecer a los que tienen autoridad sobre nosotros. Compartir la luz de Dios con los demás. Vivir una vida santa ante el mundo que mira. Pero hay mucho más que aprender: ¡continuaremos con este tema más adelante!