Cuando Moisés le dio la ley al pueblo, explicó que tenían dos opciones: la vida o la muerte.
Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra ustedes de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia, amando al SEÑOR tu Dios, escuchando Su voz y allegándote a Él; porque eso es tu vida y la largura de tus días, para que habites en la tierra que el SEÑOR juró dar a tus padres Abraham, Isaac y Jacob».
Como un abogado, Isaías va a examinar al pueblo para ver si ha seguido la ley de Dios.
Oigan, cielos, y escucha, tierra, Porque el SEÑOR habla: «Hijos crié y los hice crecer, Pero ellos se han rebelado contra Mí. El buey conoce a su dueño Y el asno el pesebre de su amo; Pero Israel no conoce, Mi pueblo no tiene entendimiento». ¡Ay, nación pecadora, Pueblo cargado de iniquidad, Generación de malvados, Hijos corrompidos! Han abandonado al SEÑOR, Han despreciado al Santo de Israel, Se han apartado de Él.
La noticia no es buena. ¿Por qué la gente se contenta con vivir así? Isaías 1 continua:
¿Dónde más serán castigados? ¿Continuarán en rebelión? Toda cabeza está enferma, Y todo corazón desfallecido. Desde la planta del pie hasta la cabeza No hay nada sano en él, Sino golpes, verdugones y heridas recientes; No han sido curadas, ni vendadas, Ni suavizadas con aceite.
Israel es como la novia de Dios. Él quiere lavarse con agua, limpiar su sangre, y ungirla con aceite.
Israel es como una mujer enferma, sino también como una nación conquistada.
La tierra de ustedes está desolada, Sus ciudades quemadas por el fuego, Su suelo lo devoran los extraños delante de ustedes, Y es una desolación, como destruida por extraños. La hija de Sión ha quedado como cobertizo en una viña, Como choza en un pepinar, como ciudad sitiada.
Jerusalén – “la hija de Sión” – sigue en pie, pero apenitas.
Imagínate el pueblo de Judá escuchando esto. Ellos piensan que están bien. Son un país en desarrollo. El templo está todavía allí. Todavía hay sacerdotes. Adoran a Yahvé. Pero la Palabra de Dios está a punto de hablar con aún más fuerza. Escucha bien:
Si el SEÑOR de los ejércitos No nos hubiera dejado algunos sobrevivientes, Seríamos como Sodoma, Y semejantes a Gomorra.
Dios, en Su gracia, ha salvado a algunos. Pero, ¿está comparando al pueblo elegido con las ciudades malvadas de Sodoma y Gomorra?
Sabemos por la Biblia que Dios destruyó las ciudades de Sodoma y Gomorra en los días de Abraham. ¿Por qué? El libro de Judas en el Nuevo Testamento nos dice que fue a causa de su inmoralidad sexual. El profeta Ezequiel añade que estaban orgullosos. Tenían comida extra y tiempo libre, y sin embargo, no ayudaron a los pobres y necesitados.
Aprendemos del libro de Génesis que las ciudades eran tan malas que Dios no pudo encontrar ni 10 personas justas en ellas. Pero ahora, Dios está llamando a su propio pueblo “Sodoma y Gomorra”. Sigue en Isaías 1 así:
Oigan la palabra del SEÑOR, Gobernantes de Sodoma. Escuchen la instrucción de nuestro Dios, Pueblo de Gomorra: «¿Qué es para Mí la abundancia de sus sacrificios?», Dice el SEÑOR. «Cansado estoy de holocaustos de carneros, Y de sebo de ganado cebado; La sangre de novillos, corderos y machos cabríos no me complace. Cuando vienen a presentarse delante de Mí, ¿Quién demanda esto de ustedes, de que pisoteen Mis atrios?
¿Quién le pidió que pisotean con sus pies lodosos todos los atrios de mi templo? ¡Váyase!
No traigan más sus vanas ofrendas, El incienso me es abominación. Luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas: ¡No tolero iniquidad y asamblea solemne! Sus lunas nuevas y sus fiestas señaladas las aborrece Mi alma. Se han vuelto una carga para Mí, Estoy cansado de soportarlas. Cuando extiendan sus manos, Esconderé Mis ojos de ustedes. Sí, aunque multipliquen las oraciones, No escucharé. Sus manos están llenas de sangre.
¿No es interesante? Aparte de decir “oigan” en el versículo 2, el primer mandamiento en Isaías 1 es “¡no traigan más sus vanas ofrendas!” ¿Y qué es lo primero que Dios dice que hará en Isaías 1? Cuando oren, “no escucharé”.
Guau.
A veces nos gusta sacar los versículos de su contexto, ¿no? Oh, mira —
“Clama a Mí, y Yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces”.
Ups. ¿No sería un buen versículo para poner en la pared de tu casa?
Tal vez has escuchado que hay tres reglas importantes para el estudio de la Biblia: (1) Contexto (2) Contexto (3) Contexto 🙂
Entonces ¿de que habla Jeremías?
Jeremías no está diciendo que Dios responderá a nuestras oraciones. No está diciendo que Dios no responderá a nuestras oraciones. De hecho, él no está hablando de nosotros. En Jeremías 11, el pueblo de Judá estaban ignorando a Dios y siguiendo sus propios planes. Es por eso que Dios no iba a ayudarles cuando se metieron en problemas.
En Jeremías 33, era el momento en que Dios iba a restaurar Judá. Si le clamaron, Él les enseñaré cosas grandes. ¿Qué cosas? La curación, la prosperidad y la seguridad en la tierra de Israel.
¿Y Isaías 1? “No escucharé.” ¿Por qué? “Sus manos están llenas de sangre.”
Si observo iniquidad en mi corazón, El Señor no me escuchará.
Todos los sacrificios y oraciones de la gente fueron inútiles. ¿Por qué? Porque eran sólo una apariencia exterior. Estaban desobedeciendo la ley de Dios. Ellos estaban desobedeciendo la ley de Dios, y luego tuvieron el descaro de venir y “adorarlo”.
El sacrificio de los impíos es abominación al SEÑOR, Pero la oración de los rectos es Su deleite.
“Hoy vamos a hablar sobre los bordes de la vida, es decir, el comienzo de la vida humana y el final de la vida humana. Y en nuestro mundo moderno, esto plantea muchas preguntas, pero dos para hoy. ¿Es correcto terminar una vida temprano, como en un aborto? ¿Y es correcto terminar una vida cerca del final?”
“No estaba seguro de cómo titular este estudio. Y eso es parte del problema. Hablar de las familias, es decir de los hombres y las mujeres y el matrimonio y los niños es abrir un tema muy complejo en el mundo actual…”
“¿Qué significa que el hombre y la mujer fueron hechos a imagen de Dios? Si solicita cuatro opiniones, ¡podría obtener cuatro respuestas diferentes! Y, sin embargo, este podría ser el primer y más importante hecho de la antropología, el estudio de la humanidad.”
Es interesante cómo, en el Nuevo Testamento, los apóstoles sintieron que podían “mezclar y combinar” a Jesús con el Dios del Antiguo Testamento. Es fascinante darse cuenta de que Jesús es parte del Dios Trino, actuando en el Antiguo Testamento, desde los albores de la Creación.
Esta simple lista señala algunas comparaciones interesantes entre “Dios” y “Jesús” en la Biblia. Ahora, algunas de estas comparaciones han sido objeto de debate; ciertamente podemos hablar de eso en los comentarios. Pero creo que, al menos, la lista señala la forma en que Jesús es frecuentemente identificado como el Dios Todopoderoso.
Es interesante comparar lo que diferentes libros tienen que decir con cientos de años de diferencia. Pero también es interesante cuando el mismo autor, a veces incluso en el mismo libro, describe tanto a Dios como a Jesús de la misma manera (¡p.ej. Colosenses!).
“¿Cómo podemos encontrar nuestro camino a través de esta confusión para descubrir la verdad? Hay una banda canadiense (downhere) que tiene una canción que habla de cómo hemos escuchado tantas definiciones de ‘Jesús’, y finalmente dice: ‘Oh, ¿alguien puede mostrarme el verdadero Jesús? Oh, deja que Tu amor revele la gloria, el verdadero Jesús‘…”
Hemos hablado mucho en el pasado sobre lo que dice la Biblia sobre Jesús. Y sí, la Biblia lo identifica como Dios – Yahvé (Jehová) del Antiguo Testamento.
Pero aquí hay otra forma sencilla de ver lo que dice la Biblia sobre Jesús. Esto podría ser algo que querrás escribir en una hoja de papel y poner en tu Biblia.
Este es un artículo escrito por mi padre, Robert Cottrill, sobre los conceptos básicos para crecer en la vida cristiana. Espero que te sea de ayuda.
Los Principios del Aprendiz-Siervo: Los Fundamentos del Discipulado Cristiano
Así como la historia independiente de uno comienza con el nacimiento en el mundo (un nacimiento físico), la vida cristiana debe comenzar con un nuevo nacimiento, un nacimiento espiritual (Juan 1:12-13; 3:3, 14-18, 36). La salvación mediante la fe personal en Cristo es el punto de partida de una nueva vida. Pero aunque esto es importante, no es nuestro destino final, sino el comienzo de un viaje. Delante de nosotros se encuentra el camino del discipulado.
Hacer discípulos para (y a) Cristo es una tarea fundamental encomendada a la iglesia. Debemos hacer “discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:18-20). Esas son las órdenes de marcha que el Señor nos dejó en Su ascensión, una tarea que continuará “hasta el fin del mundo”. El corolario lógico de la necesidad de hacer discípulos es que el discipulado es un aspecto o función básica de la vida cristiana.
Debe recordarse que la salvación es una cuestión tanto de posición como de condición. Nuestra posición se refiere a lo que Dios nos acredita cuando ponemos nuestra fe en Cristo. Tiene que ver con el registro eterno del cielo. Según la Palabra de Dios, somos eternamente justificados, hijos de Dios, coherederos con Cristo, ciudadanos del cielo, et cetera. Somos “en Cristo”, posicionalmente, y hemos sido hechos “completos en Él” (Colosenses 2:10). Necesitamos entender la riqueza de nuestra posición, pero en su mayor parte ese no es el aspecto de ser cristiano del que estamos hablando aquí.
Los siete principios a continuación se relacionan con nuestra condición o nuestro estado en la experiencia diaria. A diferencia de mi posición legal “en Cristo”, tienen que ver con la revelación de “Cristo … en mí” (Gálatas 2:2) y el crecimiento del creyente a través del proceso de discipulado. A diferencia de nuestra posición, que es constante e inmutable, porque Dios nos ve en Cristo que nunca cambia, nuestra condición puede variar. Dependerá de la consistencia de nuestro andar diario en el Espíritu si Cristo es visto en nosotros o no (Gálatas 5:25).
La palabra griega para discípulo (mathetes) describe a alguien que es un aprendiz. Y es evidente que aprender de Cristo conducirá en última instancia a que la semejanza de Cristo se reproduzca en nosotros. En ese sentido, él se nos presenta como el Siervo maestro (Marcos 10:45; Filipenses 2:7). Entonces, ser un discípulo implicará ser tanto un aprendiz como un siervo. (En los principios que siguen, el término aprendiz-siervo se usará como sinónimo descriptivo de la palabra “discípulo”). El ministerio fructífero para Dios es un aspecto inseparable del discipulado. “Les he dado ejemplo”, dice Jesús, “para que como Yo les he hecho, también ustedes lo hagan.” (Juan 13:15; cf. vv. 3-5, 14, 35). “En esto es glorificado Mi Padre, en que den mucho fruto, y así prueben que son Mis discípulos” (Juan 15:8).
El llamado al discipulado es un llamado a la disciplina personal y la abnegación (Lucas 9:23; Lucas 14:27). (La palabra en español matemáticas proviene de una forma del griego mathetes. Por lo tanto, el término connota una vida estructurada gobernada por reglas específicas.) La disciplina marca el camino del aprendizaje, mientras que la abnegación está en el corazón del servicio. Ambos nos imponen limitaciones. La disciplina excluye aquellas cosas que obstaculizan el aprendizaje y el crecimiento, mientras que la abnegación dice “No” a aquellas cosas que desviarían nuestro servicio. Por lo tanto, por su propia naturaleza, el discipulado no puede ser simplemente un extra. Requiere un lugar significativo y ampliamente influyente en nuestras motivaciones (Romanos 15:3).
Principio #1 – El Concepto del Aprendiz-Siervo: Aprender y Servir
Las responsabilidades de vida del hijo de Dios involucran dos dimensiones que se cruzan. Por el poder del Espíritu Santo que mora en él, debe aprender, crecer en la gracia1 y ser un siervo fiel del Señor2. Aprendiz de Dios a través de Su Palabra y siervo de Dios entre creyentes e incrédulos. Aunque estas dos funciones se pueden definir y analizar por separado, están fundamentalmente vinculadas. Hay un sentido real en el que aprendemos para servir (ver 2Timoteo 2:2,15; 3:14-17). Al enseñarnos, Dios nos confía una mayordomía para ser usada por Él.
Principio #2 – El Propósito del Aprendiz-Siervo: Glorificar a Dios
El Señor ha hecho todo lo que existe para Su propio placer3 y Su propia gloria4. La Asamblea de Westminster lo dijo hace siglos: “El fin principal y más noble del hombre es el de glorificar a Dios y gozar de él para siempre”. El diseño del Señor para el aprendiz-siervo es parte de ese gran propósito que todo lo incluye: glorificar a Dios. Debemos hacer “todo para la gloria de Dios” (1Corintios 10:31), y que “todo” que “hacemos” puede definirse ampliamente como nuestro servicio para el Señor.5
Principio #3 – La Prioridad del Aprendiz-Siervo: Ser un Discípulo
Ser discípulo de Jesucristo no es simplemente una de las muchas facetas diferentes de la vida. Es convertirse en el núcleo central y la motivación de todo lo que hacemos. Por ejemplo, un hombre no es un padre, un vendedor y un aprendiz-siervo. Él es un aprendiz-siervo en el hogar y en el trabajo, y en todas partes.6 Siendo así, el desarrollo de aprendices-siervos también debe ser fundamental para el propósito de cualquier forma de entrenamiento cristiano. Ya sea que esto se traduzca o no en una medida de tiempo (la mayoría de las horas dedicadas), definitivamente será una perspectiva dominante. Veremos que todo lo que hacemos influye en el proceso de discipulado en nosotros mismos y en los demás.7
Principio #4 – La Perspectiva del Aprendiz-Siervo: Probar Todo por las Escrituras
Ninguna cualidad, idea o acción puede evaluarse con precisión hasta que se ve desde la perspectiva de Dios (Mateo 4:4; Colosenses 2:4,8; 3:10,16). El humanismo se basa en la mentira de Satanás de que el hombre no necesita a Dios, que puede, de hecho, ser su propio dios (Génesis 3:5; Isaías 14:12-15; Romanos 1:25; 2Tesalonicenses 2:3-12; cf. Proverbios 14:12). La fe cristiana se basa en una premisa totalmente opuesta: que toda “verdad” debe estar sujeta a lo que Dios dice en su Palabra. “Por la fe entendemos” (Hebreos 11:3; cf. Proverbios 9:10; 28:5). Nuestro objetivo debe ser ver la vida de manera coherente desde el punto de vista de Dios.
Con la verdad de la revelación de Dios como su autoridad final, el aprendiz-siervo evalúa todo de acuerdo con tres pruebas o parámetros bíblicos. Se podría decir que él ve todo a través de tres lentes bíblicos: el propósito de Dios8, la autoridad de Dios,9 y el poder de Dios.10
Principio # 5 – El Carácter del Aprendiz-Siervo: Ser como Jesús
Fuimos hechos a imagen de Dios en el principio, y es Su deseo que reflejemos una semejanza a Su Hijo (Génesis 1:26-27; Romanos 8:29; Gálatas 4:19; Efesios 4:13). Ser formado a la semejanza de Cristo, a través del proceso de discipulado, significará que el carácter del aprendiz-siervo mostrará cada vez más cuatro cualidades clave: fe en11 y obediencia a12 Dios, sabiduría piadosa,13 y amor cristiano.14
11 La fe cristiana se basa en la verdad de Dios revelada en Su Palabra infalible (Mateo 24:35; Juan 5:46; 17:17; Romanos 4:21; 10:17; Hebreos 11:6). La Biblia proporciona una base sólida sobre la cual se puede construir la fe (cf. Lucas 6:46-49). 12 En reconocimiento de la propiedad de Dios y la autoridad soberana sobre él, el aprendiz-siervo acepta y se adhiere a Su norma de conducta (Salmo 24:1; Santiago 4:13-15; 1Juan 2:15-17); ver también Principio #4, Nota 2). La sumisión a la autoridad de Dios mediante la obediencia a Su Palabra se convierte en la base de nuestro estándar moral. 13 La Palabra de Dios nos ayuda a establecer un sistema de valores eternos que comprende Su propósito y diseño (Romanos 8:28-29; Efesios 2:6-7,10; Proverbios 9:10; y vea el Principio #4, Nota 1). El aprecio por el propósito de Dios forma la base de nuestros valores y prioridades en la vida. Cuando ese entendimiento se aplica a la experiencia diaria, el resultado es una demostración de sabiduría piadosa. 14 El amor puede definirse como la entrega sacrificada de uno mismo por el bien y la bendición de otro (1Corintios 13:4-8; cf. Juan 3:16). Es posible gracias a la habilitación misericordiosa de Dios (1Crónicas 29:11-14; Mateo 22:37-40; Juan 8:42; Romanos 5:5; 13:8-9; 2Corintios 5:14; Efesios 4:15-16; 5:2;Colosenses 3:14; y ver Principio #4, Nota 3). El poder de Dios es la fuente y el recurso principal de nuestro potencial para amar. Sus generosos dones de tiempo, talentos y tesoros cumplen el propósito por el cual fueron dados cuando fluyen a través de nosotros, de regreso al Señor y hacia los demás. Esa es la esencia del amor (Juan 13:34-35; 14:15,21,23; Gálatas 6:2,9-10; 1Juan 2:5; 3:14-18; 4:20-21).
La Biblia también describe lo que sucede cuando el hombre trata de convertirse en su propio dios y en su propia fuente de verdad, determinando sus propios valores y normas, y confiando en su propio potencial humano (Proverbios 14:12; cf. Isaias 53:6a). ; Juan 5:39-44). De hecho, estas áreas corresponden a las categorías básicas de pecado: incredulidad y autogobierno, materialismo y sensualidad. Son evidentes en el primer pecado en Génesis 3:6: “Bueno para comer” (para satisfacer las ansias de la carne), “agradable a los ojos” (una perspectiva materialista), “deseable para alcanzar sabiduría” (autogobierno). Y todo esto tiene sus raíces en el rechazo de la verdad revelada de Dios (vv. 1, 4).
O piense en las tres categorías en 1Juan 2:15-17: “la pasión de la carne” (sensualidad, un abuso de potencial), “la pasión de los ojos” (materialismo: lo que veo es lo que quiero, un distorsión de valores), “y la arrogancia de la vida” (autogobierno que marca su propio norma). O vea Hebreos 12:15-16: “ninguna raíz de amargura” (proveniente del autogobierno y una violación percibida de “mis derechos”), “persona inmoral” (la sensualidad), o “profana” (una que devalúa las cosas de valor superior como lo hizo Esaú: el materialismo).
Una palabra que se utiliza a veces en la educación cristiana es la integración. Proviene de la palabra latina integratus, que significa hacer total o completo. El desarrollo y crecimiento que tiene lugar a medida que aprendemos de la Palabra de Dios (1Pedro 2:2) junta todas las piezas en su relación y equilibrio adecuados. Y la vida solo puede integrarse completamente y adecuadamente dentro de una infraestructura bíblica (Deuteronomio 8:3). Para decirlo de otra manera, nadie puede estar verdaderamente completo y satisfecho hasta que haya ajustado su vida al propósito, la autoridad y el poder de Dios.
Para ver cuánto tiene que decir la Biblia sobre la vida integrada, considere que este es a menudo el significado y la intención de la palabra “perfecto” en la NBLA o RV60. Dios tiene Su perfecta voluntad para nosotros (Romanos 12:2), que une todos los hilos enredados de la vida para formar un tapiz de gran belleza. La aplicación de Su Palabra a la vida produce personas “perfectas” (2Timoteo 3:16-17), donde la palabra no se usa en el sentido de perfección sin pecado, sino de madurez y plenitud. Dado que Cristo es el ejemplo supremo de tal integración en carácter y conducta, podemos resumir el ideal con la frase semejanza a Cristo.
Principio #6 – La Esfera del Aprendiz-Siervo: Vivir y Servir Donde Dios lo Ponga
El aprendiz-siervo vive en varias esferas que a veces se superponen, dentro de las cuales tiene las responsabilidades que Dios le ha dado. Las cuatro “esferas” más comunes son: el hogar (Colosenses 3:18-20), la iglesia local (Colosenses 3:12-16), el lugar de trabajo (Colosenses 3:22–4:1) y el comunidad, que por extensión se convierte en la nación y el mundo (Colosenses 4:5-6). (1Pedro 2:4-3:7 cubre las mismas cuatro áreas). Dado que a veces nos relacionamos con las mismas personas en más de una esfera, habrá cierta superposición. Pero lo importante es vivir para el Señor consistentemente donde estamos (cf. la parábola del buen samaritano, Lucas 10:25-37).
Además de vivir dentro de varias esferas superpuestas, el aprendiz-siervo también funcionará como parte de una cadena de mando y un círculo de amor. La cadena de mando describe a las personas que están por encima de nosotros ante quienes somos responsables y a las que están por debajo de nosotros de quienes somos responsables. El círculo del amor está compuesto por aquellos individuos dentro de una esfera particular a quienes tenemos la oportunidad de demostrar un amor como el de Cristo.
Debido a la superposición, la cadena de mando no siempre es simple y directa. Además, se verá que aquellos en nuestra cadena de mando también se vuelven parte de nuestro círculo de amor. Los dos, por tanto, no definen dos grupos exclusivos y separados, sino más bien dos formas de relacionarse con las personas. Ambos aspectos se pueden ver en muchas Escrituras (por ejemplo, Juan 13:34-35; 14:15; Romanos 13:1-4, 8-10; 1Tesalonicenses 5:12-13; 1Juan 3:23).
Si viviéramos en una teocracia, con toda la sociedad operando consistentemente sobre principios bíblicos, la sumisión dentro de la cadena de mando en cualquier esfera no presentaría ninguna amenaza de compromiso. Sin embargo, todavía no vivimos en un mundo ideal. Puede haber ocasiones en las que obedecer a un superior nos involucre en una desobediencia directa a Dios. En tales ocasiones, una apelación cortés al que tiene la autoridad puede revelar cierta flexibilidad: una disposición de aceptar una alternativa creativa para alcanzar una meta legítima. Sin embargo, si esto no es posible, debemos obedecer a Dios con humildad, aceptando las consecuencias (Hechos 5:28-29, 40-42).
Principio #7 – La Función del Aprendiz-Siervo: Alabar, Edificar y Testificar
Cada aprendiz-siervo ha sido dotado de manera única por el Señor para cumplir tres funciones principales: la exaltación de Dios (adoración), la evangelización de los perdidos y la edificación (desarrollo) de los creyentes y, en algunos aspectos, también de los incrédulos. (Se verá de inmediato que estos tres no solo definen el funcionamiento del aprendiz-siervo individualmente, sino que resumen el trabajo de la iglesia local).
Un Creador todo-sabio le ha dado a cada aprendiz-siervo un complejo de dones únicos, preparándolo para hacer una contribución única en el mundo (Génesis 1:26-27; Salmo 139:13-16; Romanos 12:4-8; 1Corintios 12:14-27). Al percibir la vida desde una perspectiva bíblica, debe interactuar con el mundo que lo rodea (y por encima de él) de tres maneras principales.
Por palabra y obra, el aprendiz-siervo debe traer alabanza y gloria a Dios (Salmo 29:2; 45:11b; y vea Principio #2). “A los tales busca el Padre para que le adoren” (Juan 4:23-24). Y Dios es glorificado no solo por nuestras acciones, sino por nuestro mismo ser. Él es glorificado en nosotros cuando nosotros, sus portadores de la imagen, reflejamos la belleza de su carácter. Él es glorificado en nosotros cuando cumplimos el diseño y el propósito para el que fuimos creados, porque así demostramos Su infinita sabiduría y bondad al hacernos como somos.
Cuando la vida del discípulo de Cristo se define de esta manera, solo podemos decir con Pablo: “para estas cosas, ¿quién está capacitado?” (2Corintios 2:16). La respuesta es que debemos depender del Espíritu de Dios quien mora en cada creyente nacido de nuevo (2Corintios 3:5). Muchos pasajes de las Escrituras nos aseguran que el Espíritu Santo provee todo lo que se necesita (Hechos 1:8; 1Corintios 2:12-13; 3:5-10; 15:10; 2Corintios 3:18; Gálatas 5:22-23; Colosenses 1:28-29; 1Juan 4:4). En este sentido, la Biblia habla de ser lleno del Espíritu y caminar en el Espíritu.
Efesios 5:18 dice: “sean llenos del Espíritu”. Es un mandato, y el tiempo verbal sugiere una responsabilidad continua; literalmente es: sean siendo llenado, sigan siendo llenado. Es útil saber que la palabra griega para “lleno” también puede significar satisfecho. A medida que el poder del Espíritu se vuelve operativo en nosotros y “llena” cada área de nuestra vida sin obstáculos por el yo y el pecado, él cumple en nosotros el propósito para el cual Dios nos ha creado. Esta llenura y satisfacción ocurre mientras caminamos en el Espíritu.
Gálatas 5:16 dice: “anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne”. Andar es la imagen común de la Biblia para una vida de fe y obediencia paso a paso hacia Dios. Eso define cómo se apropia y se mantiene la llenura del Espíritu. Llenar es lo que hace Dios; caminar es lo que hacemos. Mientras caminamos, él nos llena. Mientras él se llena, caminamos.
Los dos aspectos se relacionan con los ejes principales del diagrama aprendiz-siervo. El Espíritu Santo nos llena para lograr el propósito de Dios por su poder. El creyente camina por fe en la revelación de la Palabra de Dios y obedece a Su autoridad soberana. Como dice Filipenses: “ocúpense en su salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12). Ocúpate, andando en el Espíritu, en lo que Dios está haciendo en tu interior. “Porque Dios es quien obra en ustedes [por su poder] tanto el querer como el hacer, para Su buena intención [cumpliendo su propósito]” (2:13). Esta última es la esencia de Su ministerio de llenarnos.
La relación entre ser lleno y andar también se revela por el hecho de que Efesios 5:18 y Colosenses 3:16 son textos paralelos, como se ve en el contexto de cada uno. “Ser lleno”, esa es la parte de Dios. “Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes [que encuentre un hogar en su corazón]” – esa es nuestra parte, cumplida a través de nuestro continuo andar de fe y obediencia (cf. Colosenses 2:5-7). “El que pone atención a la palabra hallará el bien, y el que confía en el SEÑOR es bienaventurado” (Proverbios 16:20).
Un pensamiento final. A lo largo de los años, he descubierto que los diagramas compartidos anteriormente brindan una forma útil de comprender y analizar las Escrituras. Estos patrones se repiten una y otra vez. Si los utiliza y los encuentra útiles, ¿por qué no pasar el material a otras personas?
El primero de dos sermones de Romanos 13:1-10, un texto sobre el cristiano y “las autoridades”. ¿Cuál debería ser nuestra relación con el gobierno? ¡No es una pregunta sencilla!
¿Te parece una pregunta extraña? Lo sé, algunos están pensando: “¡Por supuesto que no! ¡Una ‘mentira piadosa’ no es tan mala como un asesinato brutal!”
Y otros piensan: “Espera un momento, todos los pecados son iguales a los ojos de Dios. Un pecado es un pecado”.
Este tema surgió en un estudio bíblico aquí. Según recuerdo, alguien decía que no parece justo que Dios trate a un asesino en serie de la misma manera que trata a una dulce abuela con una Biblia junto a su cama.
Ahora, me gustaría sugerir que hay algo de verdad en ambos lados, en cierto sentido. Pero permítanme comenzar diciendo, enfáticamente, que Dios no trata todos los pecados de la misma manera.
En El Antiguo Testamento
Bueno, comenzando desde el principio de la Biblia, tiene leyes dadas por Dios, leyes que diferencian claramente entre los pecados. Algunos pecados conducirían a la pena de muerte. Otros, un simple reembolso.
El Juicio de los Incrédulos
¿Qué dijo Jesús sobre el juicio? ¿Todo pecado era igual para Él?
En realidad, Él habló de diferentes tipos de juicio – Mateo 10:15: “En verdad les digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esa ciudad.” (ver también Mateo 11:21-24)
En Marcos 12, Jesús le dijo a la gente que tuviera cuidado con los escribas, y les explicó que “recibirán mayor condenación”. (Marcos 12:40)
Habla de un castigo mayor y menor en Lucas 12:47-48. Y para cubrir los cuatro evangelios, en Juan 19:11 Jesús habla específicamente de un pecado mayor cuando le dice a Pilato: “Ninguna autoridad tendrías sobre Mí si no se te hubiera dado de arriba; por eso el que me entregó a ti tiene mayor pecado.”
Incluso el último libro de la Biblia parece indicar que las personas serán juzgadas por lo que han hecho, lo que no suena como una simple distinción de “pecador o no pecador”. (Ver Apocalipsis 20:13)
¿Los Creyentes?
Ya que estamos hablando de distinciones, ¿qué pasa con los creyentes? Bueno, como creyentes, nuestros pecados han sido perdonados en Cristo, debido a Su muerte en la cruz (Colosenses 2:13-14).
¿Pero también somos juzgados por nuestras acciones? ¿Nuestras acciones realmente marcan una diferencia en la forma en que Dios nos juzga?
Bueno, la Biblia parece decir eso también.
¿Qué hay de la parábola que Jesús contó sobre los talentos (Mateo 25:13-30)? A los que fueron fieles por más se les dio una mayor responsabilidad cuando el maestro regresó.
¿Recuerda lo que Jesús le dijo a Tomás cuando finalmente aceptó el hecho de que Jesús había resucitado? “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron.” (Juan 20:29) Entonces, ¿es una acción mejor que la otra?
En 1Corintios 3, Pablo describe a los que trabajan para el Señor como constructores. Todos los constructores se salvan, pero algunos tienen trabajo que dura, mientras que el trabajo de otros se quema.
Santiago incluso habla sobre el juicio de los creyentes en Santiago 3:1: “Hermanos míos, que no se hagan maestros muchos de ustedes, sabiendo que recibiremos un juicio más severo.”
Pero siempre he escuchado …
Entonces, claramente hay diferentes acciones con diferentes consecuencias, no solo en esta vida, sino consecuencias que van a la eternidad.
Entonces, ¿de dónde vino esta idea de que todos los pecados son iguales?
Bueno, hay un versículo que podría dar esa impresión: Santiago 2:10. “Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero falla en un punto, se ha hecho culpable de todos.”
Creo que Santiago está diciendo básicamente que si infringe la ley, infringe la ley. Todo pecado es serio, porque todo pecado es una afrenta contra Dios. Él es el Legislador y, de hecho, la Ley es un reflejo de Su propio carácter.
Entonces no puedes decir, “Bueno, puedo favorecer a ciertas personas en mi iglesia porque son ricas, pero al menos no he asesinado a nadie” (Santiago 2:11).
Eso no significa que sea tan malo infringir una ley como infringirlas todas, pero si infringiste la ley, eres un infractor. Punto.
Quizás estemos obsesionados con la idea de que todo tiene que ser igual. Y ciertamente somos (como creyentes) todos uno en Cristo (Gálatas 3:28).
Espera, acabas de decir que todos somos iguales.
Todos somos iguales en ciertos aspectos. Los creyentes son todos uno en Cristo. No podemos juzgar a alguien por su situación económica, su género, el color de su piel; a todos se nos perdona una deuda que nunca podríamos pagar y se nos da una herencia eterna.
Y como aprendimos de Santiago, todos somos infractores de la ley. Como dijo Pablo –
Porque no hay distinción, por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios. Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe…
Todos están bajo la ira de Dios, pero todos los que están en Cristo son perdonados. Pero, ¿es eso justo?
Bueno, no puedo comentar si nos parece justo o no a nosotros. Pero Pablo pasa mucho tiempo explicando a sus lectores que sí es justo; de hecho, Dios lo hizo de esta manera para mostrar cuán justo era Él.
…como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo Su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús.
Dios es justo porque juzgará el pecado. El pecado será castigado. Para los creyentes, su pecado fue castigado en Cristo. Están unidos con Él en Su muerte y resurrección; fue como si ya hubieran pagado el precio, porque lo pagaron en Cristo. Así que se pagó el precio.
Aunque nuestras buenas obras, no importa cuán buenas sean, nunca son suficientes para salvarnos y ganarnos el amor de Dios, en Cristo son valiosas. Como creyentes reconocemos que Cristo nos permite y nos da poder para servirle. Al final, todos sabemos dónde se colocarán nuestras coronas de recompensa. (Apocalipsis 4:9-11).
¿Es justo? Bueno, la abuelita que se arrepintió y puso su fe en Cristo – y el asesino que puso su fe en Cristo – (quienes son pecadores por naturaleza y se oponen a Dios, sin importar cuán visible o grave pueda parecer su pecado – pero ese es otro articulo…) no solo se les perdona (porque se pagó el precio), se transforman en nuevas personas. El viejo ha muerto, el nuevo resucita.
Por supuesto, las implicaciones de todo esto son suficientes para varios artículos, vale, un libro. Uno largo.
Pero creo que podemos resumir así. No, no todos los pecados son iguales, ni tampoco toda buena obra. Algunas acciones son mejores o peores que otras. Dios juzgará con justicia, simplemente no considerará que todas las acciones son iguales.
Al mismo tiempo, estamos ante Él infinitamente indignos, todos pecadores. Y cuando tratamos de compararnos con los demás, generalmente nos equivocamos (2Corintios 10:12). Nosotros, como creyentes, somos salvos por gracia, por nada de lo que hemos hecho. No hay lugar para el orgullo en absoluto. Y así, al final, arrojamos nuestras coronas a los pies del Único que realmente las merece.