El Tercero Agente Doble: “Coré”
“Son olas furiosas del mar, que arrojan como espuma su propia vergüenza…”
#3 Nombre en Clave: “Coré”
Al igual que Balaam, Coré era un hombre prominente. Pero a diferencia de Balaam, él era parte de la nación de Israel. De hecho, era un levita, de la tribu honrada de servir en el templo. Tal vez un “constructor de comunidad”, creía en la igualdad.
Después de todo, ¿quién era Moisés? ¿Quién era Aarón? ¿Qué los hizo tan especiales? Después de todo, todos eran del pueblo elegido de Dios.
Y se juntaron contra Moisés y Aarón, y les dijeron: «¡Basta ya de ustedes! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y el SEÑOR está en medio de ellos. ¿Por qué, entonces, ustedes se levantan por encima de la asamblea del SEÑOR?».
Números 16:3
Verdad mezclada con error. Sí, los israelitas fueron apartados para el servicio de Dios. Pero Dios aún nombró autoridades y puestos especiales en la nación.
Al rechazar la autoridad de Moisés y Aarón, Coré rechazó la autoridad de Dios.
Y Dios escuchó sus quejas.
…y la tierra abrió su boca y se los tragó, a ellos y a sus casas y a todos los hombres de Coré con todos sus bienes. Ellos y todo lo que les pertenecía descendieron vivos al Seol; y la tierra los cubrió y perecieron de en medio de la asamblea.
Números 16:32
“Coré” es el doble agente que rechaza la autoridad. Es rebelde, aunque parezca tan santo y espiritual. Se queja de la “iglesia institucional” y de la “religión organizada”. Después de todo, ¿por qué escuchar a esos “hipócritas”? ¿Quién necesita “iglesia” y “sermones”? ¡Tengo mi propia relación con Dios!
“Coré” se pone en peligro de perecer en su rebelión.
La Biblia nos enseña a sujetarnos a la autoridad que Dios ha puesto sobre nosotros. Incluso Jesús mismo obedeció la ley de Dios y habló con respecto a quienes lo rodeaban.
“Caín” rechaza la Palabra de Dios y se basa en su propia razón. “Balaam” busca ganancias por encima de todo. Y “Coré” rechaza la autoridad dada por Dios y trata de apropiarse de ella por sí mismo. Pero son tres agentes dobles que parecen muy generosos, sabios y espirituales. Dice Judas:
Pero estos blasfeman las cosas que no entienden, y las cosas que como animales irracionales conocen por instinto, por estas cosas son ellos destruidos. ¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y por ganar dinero se lanzaron al error de Balaam, y perecieron en la rebelión de Coré. Estos son escollos ocultos en los ágapes de ustedes, cuando banquetean con ustedes sin temor, apacentándose a sí mismos. Son nubes sin agua llevadas por los vientos, árboles de otoño sin fruto, dos veces muertos y desarraigados. Son olas furiosas del mar, que arrojan como espuma su propia vergüenza; estrellas errantes para quienes la oscuridad de las tinieblas ha sido reservada para siempre.
Judas 10-13
Parecen árboles frutales o nubes de tormenta. Pero los árboles no tienen frutos y las nubes no llueve. Y al final, correrán hacia la destrucción eterna.
Halagan a la gente, se jactan de sí mismos y causan divisiones en la iglesia de Jesucristo. Pero ahora tenemos la advertencia de Judas.
Pero ustedes, amados, acuérdense de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo, quienes les decían: «En los últimos tiempos habrá burladores que irán tras sus propias pasiones impías». Estos son los que causan divisiones. Son individuos mundanos que no tienen el Espíritu.
Judas 17-18
No nos sorprende. Sabíamos que estas personas se infiltrarían en la iglesia. ¿Pero que hacemos?
Pero ustedes, amados, edificándose en su santísima fe, orando en el Espíritu Santo, consérvense en el amor de Dios, esperando ansiosamente la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. Tengan misericordia de algunos que dudan. A otros, sálvenlos, arrebatándolos del fuego; y de otros tengan misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por la carne.
Judas 20-23
El peligro es real: debemos vigilar y cuidar a quienes nos rodean. Pero, sobre todo, ¡miramos a nuestro maravilloso Señor y Salvador!
Y a Aquel que es poderoso para guardarlos a ustedes sin caída y para presentarlos sin mancha en presencia de Su gloria con gran alegría, al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos.
Judas 24-25
Amén.
¡Amén y Amén!