Daniel

Belsasar fue el rey en Babilonia cuando cayó en manos de los medos y los persas.

Sabemos muy poco acerca de Belsasar de la Biblia y de la historia. Aparentemente era el hijo de Nabonido, rey de Babilonia. Según el libro de Daniel, él reinó como rey en Babilonia. Parece que esto fue mientras su padre todavía estaba vivo, pero lejos de la ciudad (él estuvo ausente por largos períodos de tiempo.)

Esta información de los descubrimientos arqueológicos explica por qué Belsasar le ofreció a Daniel el tercer lugar en el reino, el tercero después de su padre y él mismo (Daniel 5:7).

Nabucodonosor es llamado el “padre” de Belsasar en el libro de Daniel, “padre” en el sentido de predecesor. Se desconoce exactamente qué relación tenía Belsasar con Nabucodonosor, ya fuera que fuera un descendiente o simplemente en la misma línea de reyes. Belsasar querría enfatizar su relación con el famoso Nabucodonosor.

En la breve historia sobre Belsasar en Daniel 5, se lo presenta como un rey malvado, orgulloso y descuidado.

Pero usted, su hijo Belsasar, no se ha humillado su corazón aunque sabía todo esto, sino que se ha ensalzado usted contra el Señor del cielo. Y han traído delante de usted los vasos de Su templo, y usted y sus nobles, sus mujeres y sus concubinas, han estado bebiendo vino en ellos y han alabado a los dioses de plata y oro, de bronce, hierro, madera y piedra, que ni ven, ni oyen, ni entienden. Pero al Dios que tiene en Su mano su propio aliento y es dueño de todos sus caminos, no ha glorificado.
Daniel 5:22-23

Nabucodonosor II era el rey más poderoso de Babilonia, y probablemente uno de los monarcas más poderosos de todos los tiempos. Él conquistó Jerusalén y deportó a muchos del pueblo de Israel.

El profeta Daniel fue uno de los nobles deportados. Sus experiencias con Nabucodonosor están registradas en el libro de Daniel. Dios humilló a Nabucodonosor, quien eventualmente reconoció la soberanía de Dios.

Pero al fin de los días, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo, y recobré mi razón, y bendije al Altísimo y alabé y glorifiqué al que vive para siempre.
Porque Su dominio es un dominio eterno,
Y Su reino permanece de generación en generación.
Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada,
Mas El actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo
Y entre los habitantes de la tierra.
Nadie puede detener Su mano,
Ni decirle: ‘¿Qué has hecho?’
Daniel 4:34-35

Daniel fue un profeta judío de Dios. Era de una familia noble, llevado a Babilonia en el exilio. Se convirtió en un asesor y líder importante en los imperios gentiles de su tiempo.

Cuando llegó por primera vez a Babilonia, el jefe de oficiales le dio el nombre de Beltsasar (Daniel 1:7).

Daniel es conocido por sus amplias profecías de la historia mundial. Pero también es recordado por su fidelidad a Dios en medio de una cultura pagana.

Como un anciano, fue arrojado a la guarida de un león porque se negó a dejar de orar a Dios. Pero Dios lo protegió de los leones (Daniel 6:1-27).

Inclina Tu oído, Dios mío, y escucha. Abre Tus ojos y mira nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual se invoca Tu nombre. Pues no es por nuestros propios méritos que presentamos nuestras súplicas delante de Ti, sino por Tu gran compasión. ¡Oh Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y actúa! ¡No tardes, por amor de Ti mismo, Dios mío! Porque Tu nombre se invoca sobre Tu ciudad y sobre Tu pueblo.
Daniel 9:18-19 (una parte de la oración de Daniel)