Y cantaban un cántico nuevo, diciendo:
“Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra.”
Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares, que decían a gran voz:
“El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza.”
Y oí decir a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay:
“Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos.”
Los cuatro seres vivientes decían: “Amén,” y los ancianos se postraron y adoraron.
Apocalipsis 5:9-14
Esta escena de adoración exaltada cuenta la historia de Jesús. Como el cordero pascual, fue inmolado para salvar a su pueblo.
A Cristo se le dan muchos nombres en Apocalipsis, y es representado por muchos símbolos. Es como si el autor intentara en vano hablarnos de la belleza, la gloria y el poder de nuestro gran Dios.
Incluso en los últimos versículos, Jesús es el gran Juez y el gran Novio, que vendrá pronto.
Por tanto, Yo vengo pronto, y Mi recompensa está conmigo para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin.
Apocalipsis 22:12-13
Yo, Jesús, he enviado a Mi ángel a fin de darles a ustedes testimonio de estas cosas para las iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, el lucero resplandeciente de la mañana.
Apocalipsis 22:16
Jesucristo puede ser odiado por sus enemigos, amado y adorado por su pueblo, pero nunca puede ser ignorado. Cada rodilla se inclinará algún día. Ya no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará allí, y Sus siervos Le servirán (Apocalipsis 22:3).