Ya que estamos haciendo una serie sobre varias partes de Isaías (Isaías 41:10), tiene sentido volver al principio. Vamos a echar un vistazo al primer capítulo del libro, Isaías 1, y lo usaremos como una introducción al libro como un todo.
La realidad es que no hay otro libro como Isaías. Tal vez saben que Isaías ha sido llamado “La Pequeña Biblia”. La Biblia tiene 66 libros, Isaías 66 capítulos. Por supuesto, sabemos que los capítulos y versículos se agregaron más tarde; no son parte del texto inspirado. Pero al mismo tiempo, hay algunos paralelos interesantes entre toda la Biblia y el libro de Isaías.
Por ejemplo, la Biblia habla de condenación de todo el mundo debido al pecado, y la salvación por medio de un Mesías. Isaías habla de lo mismo. La creación, la desobediencia del pueblo de Dios, la cruz, la resurrección, el juicio y la victoria final de Dios – todo eso se encuentra en Isaías.
Entonces, ¿dónde encaja Isaías? Bueno, recuerda cómo comienza la Biblia misma: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Dios es el Creador – el Señor y dueño de todo.
Pero la humanidad se rebeló contra Dios. La Biblia nos dice que “la tierra se había corrompido delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia” (Génesis 6:11). A causa del pecado, la tierra fue maldecida con la muerte.
¿La respuesta de Dios? Destruyó el mundo con el Diluvio. Pero por Su gracia, salvó a una familia y el mundo comenzó de nuevo.
Pero todavía había pecado en el mundo. Una vez más, la raza humana rechazó a Dios y declaró: “¡Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta los cielos!” (Génesis 11:4) Y ¿recuerdas lo que pasó? La torre nunca se terminó. Y Dios los separó con diferentes lenguas, y se dispersaron.
Puede parecer que la creación de Dios, una vez buena y hermosa, ahora era un desastre sin esperanza. Pero Dios dice a través de Isaías: “Yo soy Dios … que declaro el fin desde el principio … Mi propósito será establecido” (Isaías 46:10-11).
Dios tenía un plan que ya estaba en marcha. Él elegiría uno de estos muchos pueblos, muchas naciones. Y comenzó con un hombre. Abram. “Haré de ti una nación grande … En ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Génesis 12:2-3).
Abram (Abraham) le creyó a Dios. Y su familia comenzó a crecer.
Durante una hambruna, el nieto de Abraham trajo a la familia a Egipto. Allí se convirtieron en una gran nación. Pero también fueron hechos esclavos.
Pero Dios usó a un hombre llamado Moisés para rescatar a Su pueblo. Y Él les dio buenas leyes para obedecer, incluyendo los Diez Mandamientos. Les dio líderes: jueces, sacerdotes y reyes.
La nación de Israel debería haber sido una luz brillante para hacer brillar la verdad de Dios en todo el mundo. Pero en lugar de guiar a las naciones, comenzaron a seguir a las naciones, naciones paganas e incrédulas.
Dios envió a Su pueblo profetas, para recordarles Sus justas leyes. Pero el pueblo amaba la injusticia y adoraba ídolos hechos por hombres.
Pero el plan de Dios nunca dependió del éxito de Su pueblo. Y la parte más importante de Su plan aún estaba por venir.
Y eso nos lleva de vuelta a Isaías, uno de los profetas. El nombre Isaías significa “Yahvé es Salvación”.
Antes de que naciera Isaías, Israel se había dividido en dos naciones: Israel en el norte y Judá en el sur. Isaías estuvo en Judá, probablemente en Jerusalén.
Isaías pudo haber sido de noble cuna. Aparentemente fue bien educado. Su escritura es sofisticada y brillante.
Judá estaba creciendo y construyendo – un tiempo de prosperidad. Pero había surgido un nuevo imperio: los asirios. En el 722 a. C., cayó la capital de Israel, Samaria. El juicio de Dios finalmente cayó sobre Israel, que era aún peor que su hermana Judá. Pero el juicio de Judá se acercaba.
Entonces, el libro de Isaías, escrito cerca 739-681 a.C., cubre tanto el tiempo de dos reinos como el tiempo posterior a la caída de Israel en el norte.
Con esa introducción en mente, nos sumergiremos en el capítulo 1 de Isaías la próxima vez.