Las negaciones de Pedro y el juicio de Jesús en el Evangelio de Juan – a ver a estos dos hombres tan cerca es ver la majestad, la sabiduría y la confianza del Hijo de Dios, y la cobarde y mentirosa maldad de Su discípulo…
Jesús seguía camino a la cruz, por supuesto. Había llegado el gran momento de salvación y victoria. “Padre, la hora ha llegado . . .” (Juan 17:1) Pero al acercarse el final de su ministerio terrenal, pudo afirmar con total autoridad que había completado la obra para la que fue enviado.
Vivimos en una era escéptica y, en cierto modo, hay una buena razón. Dudamos que exista algún bien verdadero en el mundo, o algún motivo puro del corazón. Y en un mundo pecador y caído, la hipocresía y el mal son ciertamente la norma.
Excepto cuando Dios viene. Excepto cuando Dios mismo interviene. La excepción es el “Padre Santo”, el Dios del universo totalmente separado, libre de pecado y mancha. El pueblo de Dios siempre se ha regocijado en ese Santo Nombre, esa reputación perfecta de Dios.
Gloríense en Su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan a Yahvé. . . . Entonces digan: “Sálvanos, oh Dios de nuestra salvación, y júntanos y líbranos de las naciones, para que demos gracias a Tu santo nombre, y nos gloriemos en Tu alabanza”.
Porque así dice el Alto y Sublime Que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: «Yo habito en lo alto y santo, Y también con el contrito y humilde de espíritu, Para vivificar el espíritu de los humildes Y para vivificar el corazón de los contritos…
Dios entró al mundo en la persona del Hijo, Jesucristo. Pero ¿cómo podría un hombre vivir una vida plena en este mundo infestado de pecado y salir limpio?
Y, sin embargo, el Hijo de Dios hizo precisamente eso. Cumplió su mayor deseo (Juan 4:34) con un corazón y deseos perfectos.
Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera. Y ahora, glorifícame Tú, Padre, junto a Ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera.
Y esta obra perfecta de Cristo daría fruto para el resto de la historia, pues sus discípulos se convertirían en sus testigos (Juan 17:19-20; Lucas 24:45-49).
¿Pero qué pasa hoy? ¿Sigue Dios obrando?
Aquí hay otra cosa asombrosa. Las palabras autorizadas de Jesús se extienden a través del tiempo, hasta su pueblo que vive hoy.
Pero no ruego solo por estos, sino también por los que han de creer en Mí por la palabra de ellos…
Ahora da un rango más amplio a su oración, que hasta ahora había incluido solo a los apóstoles; porque él lo extiende a todos los discípulos del Evangelio, siempre que haya alguno de ellos hasta el fin del mundo. Este es sin duda un motivo de confianza notable; porque si creemos en Cristo a través de la doctrina del Evangelio, no debemos dudar de que ya estamos reunidos con los apóstoles en su fiel protección, para que ninguno de nosotros perezca. Esta oración de Cristo es un puerto seguro, y quien se retire a él está a salvo de todo peligro de naufragio; porque es como si Cristo hubiera jurado solemnemente que dedicará su cuidado y diligencia a nuestra salvación.
La obra de salvación en la cruz ha terminado, pero Jesús será fiel para finalmente llevarnos a casa. Cuando el pecado y la muerte sean vencidos para siempre, finalmente seremos libres para disfrutar de nuestro Creador. Jesús lo desea, y el Padre, al darnos a su Hijo, lo garantiza. Donde él esté, estaremos nosotros (Juan 14:3). Lo veremos tal como es y, de hecho, seremos como él (1 Juan 3:2).
¡Escuchemos la palabra autorizada del Hijo, las promesas eternas, en su gran oración!
En esta serie meditaremos en el Evangelio de Juan, capítulo a capítulo.
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que Su hora había llegado para pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los Suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Jesús está a punto de terminar su obra en la tierra y ascender al cielo, de nuevo al lugar de poder que le corresponde. ¿Quién esperaría lo que hace ahora?
Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en Sus manos, y que de Dios había salido y a Dios volvía, se levantó de la cena y se quitó el manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego echó agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida.
Pedro estaba tan sorprendido de que el Maestro tomara el lugar de un esclavo, que exclamó: “¡Jamás me lavarás los pies!” (Juan 13:8)
Quizás Pedro estaba tratando de ser humilde, pero no entendía la verdadera humildad. Sin el servicio de Jesús, el propio Pedro no tenía esperanza. Necesitaba el amor de su Salvador.
El Comentario de Jamieson-Fausset-Brown dice:
. . . toda la obra salvadora de Cristo fué una serie continua de semejantes servicios, terminada con el más sacrificial y trascendente de todos los servicios: “Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). Si Pedro entonces no pudo consentir en que su Señor se rebajara tanto como para lavarle los pies. ¿cómo permitiría que fuese servido por él en otra cosa cualquiera? . . . No es humildad rehusar lo que el Señor se digna hacer por nosotros, o negar lo que él ha hecho, sino presunción atrevida . . . La humildad más verdadera es la de recibir reverentemente, y reconocer con gratitud, los dones de la gracia.
Así como Jesús vistió la toalla de un esclavo, nosotros debemos vestir de humildad al servirnos unos a otros.
Esto es aún más asombroso cuando Jesús continúa a lo largo del capítulo reafirmando quién es Él. Sin duda Él es “Maestro y Señor” (Juan 13:13).
Pero Jesús incluso fue capaz de predecir el futuro, advirtiendo a sus discípulos que estaba a punto de ser traicionado por alguien en la mesa (Juan 13:18-21). ¿Cómo podía Jesús saber el futuro?
La clave está en sus palabras en el versículo 19: “Se lo digo desde ahora, antes de que pase, para que cuando suceda, crean que Yo soy.”
¿Yo soy? Pues sí. Es un atributo de Dios mismo, que Dios declara “el fin desde el principio” (Isaías 46:9-10). Llama “a las generaciones desde el principio”. Dice, “soy el primero, y con los postreros soy” (Isaías 41:4).
Pero hay más. Jesús usa aquí las palabras de Isaías 43:10…
«Ustedes son Mis testigos», declara Yahvé (Jehová), «Y Mi siervo a quien he escogido, Para que me conozcan y crean en Mí, Y entiendan que Yo soy. Antes de Mí no fue formado otro dios, Ni después de Mí lo habrá Yo, Yo soy Yahvé, Y fuera de Mí no hay salvador…»
Mientras Dios el Creador explica lo que sucederá en el futuro, llama a Israel a ser su testigo. Cuando vean que lo que dijo es verdad, sabrán que él es el único Dios verdadero.
¡Y Jesús aplica esto a sí mismo! Cuando los discípulos vean que él conocía el futuro de antemano, lo sabrán. ¡Sabrán que Jesús es el único Dios verdadero!
Y este Dios, hermanos, tomó el lugar de un esclavo para traernos la salvación. ¡Qué Salvador! Como Dios le declaró a Isaías, ¡no hay otro!
¿Por qué no tomarnos el tiempo para meditar en estas verdades, repetidas en Filipenses 2:1-11?
En esta serie meditaremos en el Evangelio de Juan, capítulo a capítulo.
El capítulo 12 de Juan es probablemente más famoso por la Entrada Triunfal. Al mirar atrás, al principio parece casi un acontecimiento trágico. Jesús viene a Jerusalén para morir como un criminal.
Pero nos alegramos de su venida, aun sabiendo que le esperaba una cruz, sobre todo sabiendo que le esperaba una cruz, porque esta era su obra voluntaria que conduciría a nuestra salvación. El mismo profeta Zacarías le dijo al pueblo que se alegrara.
¡Regocíjate sobremanera, hija de Sión! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! Tu Rey viene a ti, Justo y dotado de salvación, Humilde, montado en un asno, En un pollino, hijo de asna.
Pero hay algo aún más sorprendente en el capítulo 12, que a menudo se pasa por alto.
Jesús enseñó una vez más a las multitudes, advirtiéndoles que siguieran la luz mientras aún había tiempo. Luego Juan reflexiona sobre lo sucedido, diciéndonos que “aunque había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en Él” (Juan 12:37).
Primero cita el comienzo de la maravillosa profecía de Isaías acerca de la muerte y resurrección de Cristo Isaías 53. “Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?” (Juan 12:38)
De hecho, llegó un momento en que Dios mismo ocultaría la verdad a quienes rechazaron a Cristo. Juan parafrasea otro texto de Isaías: “Él ha cegado sus ojos y endurecido su corazón, para que no vean con los ojos y entiendan con el corazón, y se conviertan y Yo los sane” (Juan 12:40). El juicio de Dios estaba llegando.
Pero, Juan, ¿estás seguro de que este texto realmente se aplica? Después de todo, ¡Isaías escribió cientos de años antes de que naciera Jesús! Ah, sí . . . Juan continúa con su reflexión:
Esto dijo Isaías porque vio Su gloria, y habló de Él.
Un momento… ¿el profeta Isaías había visto a Jesús? ¿Siglos antes? Bueno, ¡me gustaría saber más sobre esto!
¿Cuándo vio Isaías a Cristo? El texto que Juan acaba de mencionar es del capítulo 6 de Isaías, e Isaías efectivamente tiene una visión en ese capítulo. De hecho, la proclamación del juicio es de esa visión.
En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de Su manto llenaba el templo. Por encima de Él había serafines. Cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: «Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de Su gloria». Y se estremecieron los cimientos de los umbrales a la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.
Entonces dije: «¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, porque mis ojos han visto al Rey, Yahvé (Jehová) de los ejércitos».
¡Aquí está! ¡Isaías vio al Señor! Y los serafines dicen, “¡Llena está toda la tierra de Su gloria!”
Y aquí tenemos otra confirmación de que esto es a lo que se refería Juan. Él habría estado familiarizado con la traducción griega de Isaías, que en lugar de mencionar el “manto” del Señor, dice: “La casa se llenó de su gloria“. Isaías vio su gloria, la gloria del Hijo de Dios.
Pero el mismo Isaías dice que vio a Yahvé, Jehová, el Dios Todopoderoso. Así es. Isaías vio a Cristo.
La gloria de Cristo fue tan abrumadora que Isaías temió morir en ese momento por su pecado. Pero en Cristo hay perdón (Isaías 6:6-7).
¿Cómo era posible que el pueblo no se postrara en adoración ante el glorioso Rey? No entendieron la verdad. Si la hubieran entendido, dice el apóstol Pablo (hablando de los gobernantes de la época), “no habrían crucificado al Señor de gloria” (1 Corintios 2:7-9).
Rechazaron al Salvador, rechazaron la verdad que Él les ofrecía, y ahora sus ojos estaban cegados. Y el Dios que decían adorar estaba con ellos, en carne humana.
Pero algunos sí creían que Jesús era el Mesías. ¿Dónde estaban? Juan nos ofrece este triste juicio:
Sin embargo, muchos, aun de los gobernantes, creyeron en Él, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios.
Hay algo que no se ve aquí en la traducción al español. La palabra para “reconocimiento” o “aprobación” u “honra” aquí es la misma palabra que vemos en el versículo 41. La palabra es “gloria”.
La brillante, abrumadora, pura y santa gloria de Dios fue desechada por la temporal “gloria” o “aprobación” pecaminosa de meras criaturas.
¿Con qué frecuencia tomamos la misma decisión tonta? ¡Elijamos la gloria del Dios de los ejércitos por encima de todo lo demás!
En esta serie meditaremos en el Evangelio de Juan, capítulo a capítulo.
En el Talmud judío, un rabino advierte a la gente sobre la especulación sobre la fecha de la venida del Mesías:
Tres cosas aparecen cuando no estás prestando atención: El Mesías, un objeto perdido y un escorpión.
Rabino Zera (Sanedrín 97a)
Bueno, incluso en sus acciones como hombre en la tierra, nadie podría acusar a Jesús de hacer lo que se esperaba. De hecho, ¡Sus decisiones frecuentemente confundían a todos los que lo rodeaban!
Por ejemplo, se avecinaba una gran celebración en Jerusalén. ¡Este sería un buen momento para pararse frente a la multitud y mostrarles milagros asombrosos!
Por eso los hermanos de Jesús le dijeron: «Sal de aquí, y vete a Judea para que también Tus discípulos vean las obras que Tú haces. Porque nadie hace nada en secreto cuando procura ser conocido en público. Si haces estas cosas, muéstrate al mundo».
¿No debería Jesús aprovechar la oportunidad para promover su movimiento? Y, sin embargo, deja atrás a la multitud (Marcos 1:36-38) o va solo a orar (Juan 6:15). ¡Vaya ahora a Jerusalén! Y, sin embargo, “pierde” más tiempo en Galilea, y luego va en secreto a Jerusalén (Juan 7:10).
Pero Jesús tenía una visión a largo plazo. Su trabajo no se centraría en ganancias a corto plazo, sino en llevar la salvación a un mundo perdido.
La vida misma de Jesús fue completamente inesperada (aunque fue predicha en las Escrituras). La multitud creía conocer toda la historia, la vida mundana de un carpintero de un pequeño pueblo. Esperaban una repentina y poderosa aparición de un misterioso Mesías.
Sin embargo, nosotros sabemos de dónde es Este; pero cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es.
La multitud podría discutir sobre de dónde era Jesús: ¿Galilea, Nazaret, Belén? Pero Él era del Padre y regresaba al Padre. Su necesidad no era conocer Sus milagros (Juan 6:26), estrategias o valores, sino conocerlo a Él. Pero muchos estaban a punto de perder su oportunidad.
Pero Jesús dijo: «Por un poco más de tiempo estoy con ustedes; después voy a Aquel que me envió. Me buscarán y no me hallarán; y donde Yo esté, ustedes no pueden ir».
¿Cuándo volverá Jesús? Esa pregunta es mucho menos importante que ésta: ¿Lo conoces? ¿Estás listo para Su regreso?
La gente en la fiesta que escuchó las palabras de Jesús no tuvo excusa.
Aparentemente el agua era un elemento importante de la Fiesta de los Tabernáculos. Cada día, durante siete días, los sacerdotes traerían agua del estanque de Siloé y la derramarían al pie del altar. Era una época de acción de gracias en otoño, por el agua para los cultivos.
Se cantó el Halel – los Salmos 113-118 – “¡Hosana!” – pidiendo a Dios la salvación. El pueblo cantaría la promesa de salvación de Isaías:
Con gozo sacarás agua De los manantiales de la salvación.
Era un ritual tan popular que la gente regresaba a casa con tinajas de recuerdo. Mientras miraban sus recuerdos, recordarían las palabras de Jesús.
En el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz: «Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como ha dicho la Escritura: “De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva”».
La gente no entendía por qué Jesús fue a donde fue y cuándo fue allí. ¿Pero qué era lo importante? Ellos mismos necesitaban venir a Jesús y conocerlo. La verdadera salvación vino de Él.
En esta serie meditaremos en el Evangelio de Juan, capítulo a capítulo.
Una de las historias más fascinantes de Juan 7 es la discusión entre los guardias, los principales sacerdotes y los fariseos al final del capítulo. Echamos un vistazo más de cerca en nuestro estudio “Como Restringir la Verdad” – parte 1, parte 2, y parte 3.
“Una profeta … más que un profeta.” Así describió Jesús a Juan el Bautista en Lucas 7:26. Juan fue un gran profeta en muchos sentidos, y esto es especialmente claro en el primer capítulo de Juan.
¿Cómo? Buen, a Juan se le hacen cinco preguntas en este capítulo; observe cómo responde:
Q. ¿Quién eres tú? (¿Cómo responderías? Probablemente diría algo sobre mí o mi misión. Pero Juan no…)
A.Yo soy la voz del que clama en el desierto: “Enderecen el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías. (cf. Isaías 40:5 – nota – el “Señor” que viene es Yahvé – en este caso, habla de Jesucristo.)
Q. Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?
A.Yo bautizo en agua, pero entre ustedes está Uno a quien ustedes no conocen. Él es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de la sandalia.
¡”El testimonio de Juan”! (Juan 1:19) Se le hacen 5 preguntas, todas sobre él mismo. Aparte de dos simples respuestas negativas, ¡él responde señalando al Señor Jesús en lugar de a sí mismo! Tenía una mente disciplinada para concentrarse en las cosas más importantes de la vida. Tenía el propósito decidido de exaltar a Jesús en lugar de promocionarse a sí mismo.
Ellos ni siquiera mencionaron a Cristo, pero él sí – de inmediato. Luego señaló la venida de Yahvé y la necesidad del arrepentimiento en Isaías 40. Y finalmente señala el ministerio y posición exaltada de Jesús.
Este no es el único testimonio de Juan en el capítulo 1. Él explica que:
Estamos tan fácilmente distraídos y ansiosos. ¡Nos preocupamos por tantas cosas! Pero Jesús nos ofrece 8 ayudas para evitar la trampa de la preocupación.
(1) El Valor de la Vida
“Por eso les digo, no se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa?” (Mateo 6:25) Pues, ¡sí! A veces nos preocupamos porque nuestras prioridades están equivocadas.
Hay una tendencia hoy en día en el mundo de los negocios a vivir una vida más simple en algunos aspectos. Tener muy poca ropa y usarla una y otra vez. Algunas personas simplemente toman su ropa de “martes” y ni siquiera piensan en ello. ¿Por qué? Porque les permite pensar en asuntos más importantes en lugar de perder tiempo decidiendo qué ropa ponerse.
Eso puede parecer extremo para la mayoría de nosotros. Pero en verdad, ¿cuánto tiempo pasamos pensando en la ropa, en lugar del carácter y el servicio a los demás?
(2) ¡El Valor de Ti!
“Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?” (Mateo 6:26) Sí, eres tan valioso a los ojos de Dios. Él es tu Padre amoroso (si eres creyente).
¿Recuerda lo que Pablo dijo sobre el amor del Padre? “El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?” (Romanos 8:32) Y nuestro Señor en Mateo 7:11 – “Pues si ustedes, siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?”
Pedro también explica por qué no debemos preocuparnos en 1Pedro 5:7: “…echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes.”
(3) La Inutilidad de la Ansiedad
“¿Quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida?” (o “añadir a su estatura un codo”) (Mateo 6:27). ¿La preocupación y la ansiedad mejoran la situación? ¡No, más a menudo lo empeoran!
Ahora recuerda, como hablamos la última vez, hay un buen tipo de “preocupación”. Cuando Timoteo estaba sinceramente interesado (ansioso, preocupado) por la iglesia in Filipenses 2:20, ¿se sentó en su casa y solo pensó en sus problemas? ¡Por supuesto que no! El oro. Preguntó por su bienestar. Se preparó para ayudarlos. Eso es algo bueno: el interés que conduce a la acción.
Pero simplemente pensar en nuestros problemas, o en las cosas malas que nos pueden pasar, esto no sirve para nada, según Jesús.
(4) La Promesa del Padre
“Y por la ropa, ¿por qué se preocupan? Observen cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan. Pero les digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si Dios así viste la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará Él mucho más por ustedes, hombres de poca fe?” (Mateo 6:28-30)
¡Es interesante que Jesús mencione la hierba que se quema en el horno! Eso no suena muy alentador. Pero quizás haya un punto importante aquí: que Dios nos da lo que necesitamos para cumplir nuestro propósito. Incluso la hierba tiene un propósito, aunque sea en una vida muy corta. Dios proveerá todo lo que necesitemos en nuestro servicio a Él.
Imagine un general diciéndoles a sus soldados: “Estamos a punto de entrar en batalla. Pídanme cualquier cosa que necesiten y se las proporcionaré”.
Y un soldado se acerca a él. “Señor, me gustaría un auto deportivo rojo nuevo, una linda casa con una alberca, una hamburguesa doble con queso y unas papas fritas.”
El soldado se perdió el punto, ¿no? El general no está complaciendo sus placeres egoístas. Dios tampoco promete darnos lo que queremos usar para nuestros propósitos pecaminosos (Santiago 4:3).
Pero Dios sí provee – abundante y generosamente – para Su pueblo. De hecho, ¡a veces Él responde incluso antes de que preguntemos (Isaías 65:24)! A veces Él responde antes de que sepamos lo que necesitamos.
Hay cuatro más, ¡pero eso es suficiente para meditar por ahora! ¡Hasta la próxima!
En Isaías 26:3, la nación justa se regocija al entrar en la ciudad de Jerusalén. El pueblo disfruta por fin de la gran bendición de la paz. ¡Oh, cómo esperamos la venida del Señor y Su reino!
Y, sin embargo, el secreto de la verdadera paz del corazón que este pueblo justo conoce está disponible para todos nosotros. Y el secreto está en Isaías 26:3:
Al de firme propósito guardarás en perfecta paz, Porque en Ti confía.
“Al de firme propósito” – Esta es una persona resuelta, alguien con fe. Esta no es una persona “impulsada por el viento y echada de una parte a otra” de la falsa enseñanza (Santiago 1:5-8). Esta persona, este pueblo, se mantiene firme sobre la Roca misma. Su Dios.
Confíen en el SEÑOR para siempre, Porque en Dios el SEÑOR, tenemos una Roca eterna.
Hay quienes buscan constantemente algo nuevo, algo que creen que “funciona bien” en este momento o “se siente bien”. Nunca pueden mantenerse firmes, pierden tiempo y energía en cosas que no duran y que realmente no les benefician.
Pero los que confían en Yahvé, los que creen en Su Palabra, tienen paz y verdadera seguridad.
Que todo el mundo aprenda la justicia y la bondad de nuestro Dios. Que la paz gobierne a todas las naciones. Señor Dios, te esperamos.
Ciertamente, siguiendo la senda de Tus juicios, Oh SEÑOR, te hemos esperado. Tu nombre y Tu memoria son el anhelo del alma. En la noche te desea mi alma, En verdad mi espíritu dentro de mí te busca con diligencia. Porque cuando la tierra tiene conocimiento de Tus juicios, Aprenden justicia los habitantes del mundo.
Isaías 60 muestra la gloria futura de Israel y sobre todo de su Dios. Y contiene uno de mis versículos favoritos.
“Tus puertas estarán abiertas de continuo…”
Muchas veces en nuestra serie sobre el libro de Isaías hemos hablado de la nación de Israel, porque las profecías son generalmente dadas a ella. Pero el papel que juega Israel en las Escrituras ha sido fuente de mucha controversia en la iglesia.
Puedes saber que creo que la Biblia enseña una perspectiva premilenial (más sobre eso aquí). Creo que Jesús regresará y gobernará sobre la tierra por 1000 años literales, y eso conducirá a su reinado eterno. Israel jugará un papel importante en el futuro reinado de Cristo.
En Isaías 60, un Redentor ha venido a Israel (Isaías 59:20) – “¡ha llegado tu luz!“ (Isaías 60:2). Los pecados de Israel y el justo juicio de Dios quedarán en el pasado. “. . . en Mi furor te herí, pero en Mi benevolencia he tenido compasión de ti” (Isaías 60:10). La gloria de Dios amanecerá, e Israel amanecerá con ella.
Porque tinieblas cubrirán la tierra Y densa oscuridad los pueblos. Pero sobre ti amanecerá el SEÑOR, Y sobre ti aparecerá Su gloria. Y acudirán las naciones a tu luz, Y los reyes al resplandor de tu amanecer.
Esta es una gran inversión. Las naciones paganas robaron al pueblo de Dios y robaron su tierra. Pero ahora, las naciones darán libremente a Israel, y las naciones también disfrutarán de los beneficios del gobierno de Dios de Israel. Por ejemplo:
Ciertamente las costas me esperarán, Y las naves de Tarsis vendrán primero, Para traer a tus hijos de lejos, Y su plata y su oro con ellos, Por el nombre del SEÑOR tu Dios, Y por el Santo de Israel porque Él te ha glorificado.
“Las costas me esperarán” – Isaías 60 no es solo esperanza para Israel, sino esperanza para todos los pueblos que servirán al Señor Yahvé.
El libro de Apocalipsis confirma este futuro glorioso de Israel. Escucha primero la descripción de Isaías:
Tus puertas estarán abiertas de continuo. Ni de día ni de noche se cerrarán, Para que te traigan las riquezas de las naciones, Con sus reyes llevados en procesión.
Las naciones andarán a su luz y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria. Sus puertas nunca se cerrarán de día (pues allí no habrá noche); y traerán a ella la gloria y el honor de las naciones. Jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino solo aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero.
Pero recuerda, la gloria de Israel viene de su Señor. Y eso nos lleva a uno de mis pasajes favoritos:
Ya el sol no será para ti luz del día, Ni el resplandor de la luna te alumbrará; Sino que tendrás al SEÑOR por luz eterna, Y a tu Dios por tu gloria. Nunca más se pondrá tu sol, Ni menguará tu luna, Porque tendrás al SEÑOR por luz eterna, Y se habrán acabado los días de tu luto.
Una vez más en el capítulo 22, Apocalipsis confirma la profecía de Isaías:
Ya no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará allí, y Sus siervos le servirán. Ellos verán Su rostro y Su nombre estará en sus frentes. Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos.
Las buenas noticias para Israel son buenas noticias para todo el pueblo de Dios, judíos y gentiles. Dios cumplirá Su promesa a Abram; bendecirá a todas las naciones por medio de Israel (Génesis 12:3).
Entonces sabrás que Yo, Yahvé, soy tu Salvador Y tu Redentor, el Poderoso de Jacob.
¡Oh, cómo esperamos ese día! ¡La gloria de que leemos en Isaías 60!
No se oirá hablar más de violencia en tu tierra, Ni de desolación, ni de destrucción dentro de tus límites; Sino que llamarás a tus murallas salvación y a tus puertas alabanza.